La noticia de este 24 de septiembre, onomástico de la Virgen de la Merced, es que las autoridades gubernamentales permitieron la salida a las calles de su blanca imagen inmaculada, seguida por miles de fieles desde la Iglesia que lleva su nombre en la Habana Vieja.
El suceso no ocurría desde hace décadas, puesto que si bien hace años lo permitían con Nuestra Señora de La Caridad, Patrona de Cuba, la prohibición se estableció cuando los devotos quisieron llevar en procesión a la madre negra de Cristo, bajo la advocación de La Virgen de Regla, identificada como Yemayá dentro la religión Afrocubana.
Era notoria la abultada presencia de policías que, junto a los miembros de la Seguridad del Estado, estaban preparados para actuar ante cualquier manifestación presumiblemente opositora al gobierno.
La Virgen de la Merced es también Patrona de Barcelona, España, y entre los cubanos suele ser reconocida en su calidad de protectora de presos y otros individuos autoritariamente reprimidos.
Gracias a su decoración, la Iglesia de La Merced califica como una de las joyas de la capital. Como autores de algunas de las obras pictóricas sobresalen figuras ilustres de la plástica nacional: Esteban Chartrand, los hermanos Petit y Leopoldo Romañach entre otros. Además, cuenta con una impresionante iluminación vitral, así como con un altar y un retablo abundantemente decorados.
La particularidad de la procesión, en cualquier caso, fue que los fieles no podían ser identificados a primera vista ni en su condición de católicos, ni como creyentes de la santería. No faltaron allí mendicantes, además de una pléyade de vendedores estatales o cuentapropistas, ofreciendo a las miles de personas en tránsito permanente, velas, flores, alimentos ligeros y hasta agua para beber.
La fresa sobre el pastel: un joven seminarista católico, auxiliando a los diáconos ante largas filas, esperando la bendición, recordó el clamor de sus compañeros de estudio un año atrás durante la visita del Papa Francisco en La Habana:
«Lo que nos une es la esperanza de un futuro de cambios profundos para Cuba, donde nuestro país sea un hogar que acoja a todos sus hijos, piensen como piensen, y estén donde estén».
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