Cuba: 60 años sin libertad de prensa y expresión

En enero de 1959, Fidel Castro llega al poder  después de haber derrocado por las armas y con una campaña terrorista a nivel nacional, al Presidente Fulgencio Batista. Ese mismo año Castro declara: “Donde hay crimen no hay libertad de prensa, donde hay crimen se oculta lo que se hace”.También declaró, en varias ocasiones, de forma enfática que no era comunista.

El 14 de mayo de 1960 es clausurado el último periódico autónomo, Prensa Libre .El día anterior, el periodista Luis Aguilar León, en el artículo de opinión titulado “La hora de la unanimidad”, había defendido el derecho del Diario de la Marina, considerado el decano de los periódicos en Cuba, a poner en práctica la libertad de prensa y opinión. El Diario de la Marina, había sido cerrado solo tres días antes.

El nuevo régimen no podía permitirse la libertad de prensa. Quería y necesitaba ´medios serviles para poder poner en práctica la política de terrorismo de Estado, eso era lo único que le permitiría a los nuevos gobernantes permanecer en el poder de manera vitalicia y apoderarse de todos los recursos y bienes de la nación.

A los efectos no solo se adueño de todos los medios de comunicación masiva, sino además que le dio a los periodistas el calificativo de “trabajadores ideológicos”. Nadie puede ser periodista sin profesar, o fingir muy bien que profesa, la ideológía comunista. 

El Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista es quien dirige todos los medios de comunicación masiva. La libertad de expresión, aunque es permitida de acuerdo a  lo establecido por la Constitución, es imposible llevarla a la práctica.

A pesar de ese panaroma nada halagüeño y más bien hostil, surge en 1994 la prensa independiente.

La prehistoria de esa prensa está en las cárceles. Durante decenios   miles de cubanos estuvieron en prisión, purgando largas penas por cuestiones políticas.

La comunicación de muchos de ellos con el exterior fue a través de pequeñas notas, que con infinidad de precauciones, sacaban de las cárceles. 

Esos pequeños fragmentos de papel informaban de las condiciones duras, y en la mayoría de los casos terribles, en las que tenían que subsistir.

Ya en el año señalado comienzan a nacer pequeñas agencias de prensa, integradas mayoritariamente por personas que no habian recibido formación periodística. Haciendo de esa forma valedero, una vez más, el axioma que el periodista nace, no se hace. 

 El régimen perdió el monopolio de la información hacia el exterior; algo grave para un Estado militar-policiaco.

La represión contra los periodistas independientes comenzó casi de inmediato. La Policía Política, junto a jueces, fiscales y medios oficialistas, entraron en acción contra la prensa independiente. Esto tuvo su punto alto en marzo de 2003, cuando en el desarrollo de la “Primavera Negra”, 26 periodistas fueron condenados a largas penas de prisión.

Despues de siete años, todos fueron liberados gracias a la solidaridad internacional. Pero todos decidieron partir hacia el exilio.

Sin embargo en ningún momento se ha detenido el periodismo independiente que se convirtió en un movimiento de carácter nacional.

El Estado sigue procediendo, aun en la situación actual de pandemia de Covid-19, de manera muy agresiva contra los periodistas. Arrestos arbitrarios, allanamientos de viviendas, interrogatorios en disimiles sitios, confiscación de equipos de trabajo, acoso a familiares, prohibición de salida del territorio nacional, bloqueo de páginas wed y disimiles amenazas, son algunas de las medidas contra personas que, en definitiva, lo único que han hecho es poner en práctica un derecho reconocido en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Los periodistas pueden ser condenados a prisión, entre otras causas, por las siguientes figurás vigentes en el Código Penal:

Usurpación de capacidad legal.

Divulgación de Noticias Falsas.

Propaganda Enemiga.

Clandestinidad de impresos.

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