El Movimiento Cubano Reflexión (MCR), ha sido blanco de un abanico de modalidades represivas, por parte de la Seguridad del Estado (DSE). Desde su fundación en el año 1994, sus miembros han sido víctima de arrestos, amenazas, difamación, vigilancia, persecución, actos de repudio, chantajes, registros y demás. A pesar de que en su comienzo se solicitó su registro legal como una ONG, nunca se obtuvo respuesta de esta solicitud.
El secretario general del MCR, Librado Linares García, ha sido el que más ha sufrido en ese sentido, precisamente por ser su líder y por sus calidades personales. El activista ha sido detenido en unidades policiales y sedes provinciales de la Seguridad del Estado de diferentes provincias como: Villa Clara, Cienfuegos, La Habana, Holguín, Pinar del Río, Matanzas y entre otras.
Además Librado ha sufrido múltiples registros con decomiso de libros y en dos oportunidades, de bibliotecas completas. Cuando inició su etapa como trabajador lo amenazaron de expulsarlo del trabajo, lo obligaron a trabajar en un contingente en el campo, por lo que terminó pidiendo la baja definitiva y le tiraron una rastra cuando se trasladaba en bicicleta.
A este activista también lo han difamado, para que sus colegas desconfíen y se alejen han afirmando que es agente de la Seguridad del Estado. A Librado lo persiguen con frecuencia cuando se traslada dentro del municipio o fuera del mismo y en ocasiones lo detienen a la ida o al regreso, según les convenga.
El día de una de las ediciones del concurso Espuelas de Plata, en el que participó como presidente del jurado Raúl Rivero, lo buscaron por la madrugada en un camión de tiro de Caña de Azúcar. Lo bajaron en un campo desolado que no conocía, en Corralillo, a más de 80 km de distancia, para que no estuviera presente.
Librado también ha sido víctima de provocaciones en la calle. En una oportunidad cuando dirigía una reunión de la comisión # 11 de Concilio Cubano de las tres provincias centrales, lo llamó a la puerta de una casa en Santa Clara un presidiario recién salido de prisión. Al asomarse, le dió un golpe y lo tiró al piso, de inmediato la policía se lo llevó arrestado y le impuso 30.00 CUP de multa.
La condena y los años en prisión
En el 2003, cuando Librado tenía 43 años, en un juicio sumarísimo fue condenado injustamente a 20 años de prisión bajo el artículo 91 del Código Penal. Solo pudo entrevistarse con su abogada el día anterior a altas horas de la noche y por breve tiempo. En otra oportunidad de su estancia en una de las celdas de la Seguridad del Estado en Santa Clara fue víctima de una provocación de un supuesto preso que terminó dándole golpes. El victimario se detuvo, por la solidaridad de más de 75 presos que estaban en el mismo recinto penitenciario y que tocaron las puertas metálicas para llamar la atención.
La alimentación que recibía allí era muy reducida, en el primer mes bajó como 26 libras de su peso y comenzó a padecer gastritis. Unos días después de la visita lo trasladaron para el Combinado del Este, a más de 300 kms de distancia. En los primeros meses, estuvo confinado en una de las celdas tapiadas, conocidas como “El Rectángulo de la Muerte”. Allí Librado tenía que coger el agua en una llave que estaba sobre el mismo baño turco en el que hacía las necesidades fisiológicas, con poca iluminación y ventilación. Por no aceptar el uniforme de preso común, ni pararse para el recuento, y por no darle la mano a los militares, lo tuvieron 7 meses sin visita familiar y sin jaba de alimentos y 11 meses sin visita matrimonial.
En lo adelante lo llevaron para otras celdas de mayor tamaño. La hora de sol que le correspondía a diario muchas veces no se la daban; la ración de comida era insuficiente en cantidad, variedad y calidad. La sanidad fue pésima en esa primera etapa; había una gran presencia de vectores como: cucarachas, ratones y mosquitos. Lo mantuvieron 8 años casi todo el tiempo en régimen mayor severo, que incluía visitas familiares solo cada 3 meses y cada 5 las visitas matrimoniales. Después la visita familiar pasó a ser cada cada 2 meses y la matrimonial cada 3.
Al año y medio Librado fue trasladado para la prisión provincial de Ariza, en la provincia de Cienfuegos, a más de 80 kms. Allí la celda era muy pequeña y lo tuvieron en el puesto médico pues había recibido un diagnóstico de una enfermedad de la vista, que se conoce como Epiteliopatía multifocal bilateral. La enfermedad causa la pérdida casi total del ojo izquierdo, donde tenía la desventaja de convivir con reclusos comunes. Mientra
s estuvo en prisión casi siempre le hacían mal la graduación de los espejuelos.
A Librado muchas veces se le presentaron situaciones tensas provocadas por la propia Seguridad del Estado, como el intento de acusarlo de tráfico de drogas, después de que un reo le colocara psicofármacos en sus pertenencias. Con este fin un instructor del Ministerio del Interior lo llevó para una oficina y dialogaron con él, insinuándole que la condena aumentaría por ese supuesto delito.
Los últimos dos años los pasó en la prisión La Pendiente de Santa Clara, a unos 30 kms de distancia, donde no dejaron de presentarse situaciones como la suspensión del Pabellón Conyugal, por supuestamente faltar al análisis de VIH. Muchas veces no dejaban pasar determinados alimentos que estaban en regla o comida elaborada que ya había recibido en ocasiones anteriores sin problemas.
De vuelta a la libertad pero no libre de represión
En el 2011, al regreso de la prisión, había una cámara en frente de su vivienda la cual fue colocada en la ventana de un colaborador del gobierno. Esa cámara permanece hasta el presente. En esa casa vigilan todo el tiempo, para tener control, de quien entra y sale de la casa de Librado. Nunca faltaban los arrestos cuando había reuniones, cursos, eventos, marchas pacíficas con arengas y carteles, o cuando se trasladaba a otro municipio o provincia, ya fuera de visita o a impartir algún taller y demás.
En varias oportunidades han hecho actos de repudio frente a la casa de Librado, con trabajadores, militantes del Partido Comunista de Cuba, colaboradores de la Seguridad del estado y oficiales del Ministerio del Interior. En una oportunidad le dieron un golpe en el pecho y en otro momento lo amenazaron de muerte desde un altoparlante. Lo han tenido arrestado varios días por pretender participar en actividades de otras organizaciones o de las Embajadas estadounidense y europeas.
Las pertenencias y personas cercanas a Librado también han sido objeto de ataque. Le han roto varios móviles; han hecho registros en casa de otros miembros y se han llevado: computadoras, impresoras, libros y ayuda humanitaria del movimiento. Le han mandado mensajes en los que lo ofenden y amenazan, al igual que a varios miembros de la familia, incluyendo sobrinos. Incluso al gatico de la casa le han echado chapapote.
En esta última etapa le quitaron su móvil, así como una ayuda humanitaria. A las personas que lo visitan, casi siempre las detienen e interrogan para saber el motivo que visitó y en ocasiones las revisan en busca de literatura o alguna ayuda de dinero, alimentos o medicina. Dependiendo de quien sea, la advierten, cuestionan o amenazan y hasta le han quitado dinero y retenido sus móviles para revisarlo, incluyendo a sus familiares. Le tienen prohibición permanente de viajar al exterior, solo lo ha hecho en una oportunidad. Le han hecho montaje por internet, como que se reúne con los oficiales y que lo condecora un militar, para así denigrarlo.
Los ataques a la familia Linares
Mi caso no es comparable con el de Librado, pero al ser la esposa de Librado también me han detenido, con interrogatorio, toma de huellas digitales y retención de móvil por varios días. Me han bajado de una guagua para impedirme viajar a la Habana. Me han vigilado las 24 horas por 9 días cuando mi esposo estaba preso, para evitar que fuera a la sede de las Damas de Blanco, de la que yo era integrante. Me han cuestionado y amenazado. En una oportunidad me decomisaron una maleta de literatura en el aeropuerto, al regreso de visitar la República de Argentina.
Nos mandaron un colaborador en estado de embriaguez que nos amenazó de rompernos la puerta del frente de la casa a patadas. En otra oportunidad un colaborador se metió en la casa de mis suegros, y más tarde cogió unas piedras grandes para lanzarlas, pero corrimos con la buena suerte de que unos vecinos le llamaron la atención y se fue.
Han ofendido mi honra en uno de los actos de repudio. Me retuvieron en Migración para impedir que viajara a España por invitación de la Asociación Diario de Cuba. Me han seguido cuando me traslado dentro de mi municipio. Además han tratado de denigrar a mi hijo porque estudia en la universidad, a pesar de que él se mantiene al margen del activismo y se ocupa de estudiar y prepararse para la vida, como corresponde a un joven de su edad.
Nos han arrojado por la madrugada, en la tapa de la cisterna, excremento de cerdo. En el frente de la vivienda hemos tenido que ver: podredumbres, Asfaltitis, pintura roja, un gato muerto, huevos. A mi suegra le tiraron por debajo de la puerta, en horas de la madrugada, un líquido tóxico amarillo claro de olor penetrante y le lanzaron 2 piedras que hicieron daño en la madera de la puerta.
Toda esta represión, hostigamiento y sufrimiento son el precio de defender los derechos humanos en Cuba.
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