La educación cubana y los profesionales más analfabetos de la historia

Desde comienzos de la Revolución, hace más de seis décadas, la educación escolar cubana fue  prácticamente obligada a ser atea y desvinculada de toda religión o institución religiosa. Aunque el sistema educacional cubano es gratuito en todos los niveles, las condiciones bajo las cuales se desarrolla el proceso cognoscitivo en Cuba rayan lo precario. 

Una educación ideologizada

Desde el punto de vista político, la escuela es una institución orientada según conveniencia donde se prioriza el adoctrinamiento político, usado como un recurso para educar siervos y amos según elección gubernamental, e idiotizar a la masa estudiantil predestinada a la explotación. A esta se le inculca sumisión y resignación, garantizados por medio de la incansable repetición de argumentos y criterios prediseñados sobre la significación de las grandezas políticas o culturales de la revolución, para que se graben en la memoria y en los sentimientos, eliminando de su remembranza toda la necesidad y los sufrimientos a los que se les somete. Y se les educa en el temor al reclamo y los cuestionamientos, por lo que la represión y el amedrentamiento espiritual, que sutilmente les impone, le pasan desapercibidos de la misma manera que los crecientes atentados contra su libertad y derechos fundamentales, muchos de los cuales desconoce, por enajenación deliberada en su instrucción. 

Ya desde la primaria comienza el adoctrinamiento político y la inclusión en las organizaciones de masas asociadas al régimen. Tras cada desliz o negación se esconde la amenaza de manchar su expediente o ser internado en una escuela de reeducación de menores (Centros correccionales, regidos por el Ministerio del Interior). Ejemplo de ello es la presencia estudiantil en cada acto político que se realiza y que, en ocasiones, pesa más que las calificaciones obtenidas en las evaluaciones académicas para recibir el reconocimiento como alumno destacado.

En la medida que van avanzando hacia grados superiores, la manipulación toma otros matices que varían desde los llamamientos a padres y funcionarios para un análisis de conducta, las amonestaciones privadas o públicas, hasta la expulsión o cambio de centro escolar, entre otras.  

Cuando se anteponen los objetivos políticos a la preparación técnica y profesional la escuela ya no es garantía de que se esté aprendiendo lo necesario para asumir el porvenir de la nación. Según el cúmulo de materias y conocimientos que excluye u omite en sus planes educacionales, siempre restringidos a los grandes y generales conocimientos y puntos de vista y plagada de errores por omisión, nuestra educación pudiera considerarse la cuna de los profesionales graduados más analfabetos de la historia. 

 

Profesionales con títulos pero poco capacitados

Por otro lado, la calidad del aprendizaje se ve afectada además por la desestimulación moral y salarial al profesorado, las necesidades materiales, el desinterés por educar, enseñar y aprender. A esto se suman el desconocimiento del perfil ocupacional y la desmotivación por las diferentes especialidades, el finalismo, la manipulación en el otorgamiento de las carreras universitarias y preuniversitarias, las escasas probabilidades de desempeñar la carrera estudiada una vez graduados y toda una lista interminable de carencias materiales y motivacionales. Todo lo anterior y la tendencia a anteponer las prioridades ideológicas y adoctrinamiento al conocimiento y aprendizaje, pesan mucho en la balanza de la debacle educacional actual.

Profesores de diferentes niveles, reconocen que, a pesar de haber explotado todos los métodos docentes a su alcance, los resultados son casi nulos. Cada vez los alumnos se interesan menos por aprender y dominar las diferentes materias, cada curso que avanzan representa en sí más atraso en su conocimiento. Graduados de secundaria entran a los preuniversitarios con problemas de aprendizaje. Mmuchos no practican la correcta lectura, desconocen de redacción y reglas ortográficas, no dominan los productos y reglas matemáticas e ignoran los contenidos básicos de muchas materias.

Prueba de ello son las exageradas graduaciones de estudiantes y profesionales sin el conocimiento indispensable para continuar estudios, o la debida preparación para desempeñar su labor y enfrentar su futuro laboral, y que solo representan un número más en las listas oficiales de un  gobierno demagogo que se jacta de potencia educacional. No pocos galenos han sido requeridos por su desacertado desempeño laboral, durante sus misiones colaborativas en varios países. 

La política educacional de no permitir suspensos, bajo presión salarial y emulativa,  les obliga a promover a los alumnos aun sabiendo a la perfección que estos no saben casi nada y que en el futuro serán profesionales mediocres, chapuceros de ínfimo nivel cultural, pero con un diploma que restregar al mundo a pesar de su ignorancia. “Por eso a diario vemos distintos  ejemplares de burro, “mal desempeñando” su trabajo, a los que de serles realizados algún examen sorpresivo, es posible que solo estén capacitados para cursar nuevamente la enseñanza primaria”, refiere un entrevistado.
Luego añade:
”El sistema educacional ha  perdido muchos valores, como la educación formal, las normas de cortesía y conducta, el respeto a los mayores, se ha incrementado el uso de malas palabras y ofensas, ha mermado la enseñanza de los deberes, obligaciones, preparación para la vida  y sobre todo el aprendizaje…, hoy en día se ha perdido el respeto a los maestros y el amor al estudio”.

 

Deshonestidad y corrupción en la educación

Una vertiente de preocupación en la enseñanza cubana es el fraude académico y, aunque muy rara vez la prensa oficialista deja entrever la caótica situación que atraviesa el sistema educacional sacando a la luz algunos fraudes que se han venido cometiendo, este está más presente de lo que quieren reconocer. La isla cuenta con varios precedentes de fraude académico a nivel nacional y regional. Es común en la mayoría de los centros escolares del país, y en no pocas veces, ha causado la repetición de exámenes en la enseñanza media y técnico profesional e incluso los de ingreso a la educación superior, alegando que los estudiantes ya conocían las preguntas de los exámenes. 

Otra vertiente dañina, apunta hacia la escasez de carreras universitarias, catalogadas como buenas por tradición y de alta demanda, lo que trae como consecuencia que no se les oferten a quien verdaderamente les corresponde según calificaciones. Son desviadas a familiares y amistades o vendidas al mejor postor, más para satisfacción de los padres, que de los propios elegidos, quienes muchas veces no están interesados en ellas y lo hacen por complacer a sus padres y/o prolongar sus beneficios. 

Aquí también influye la parte económica y es donde aparece el soborno para evitar la suspensión y la venta de exámenes y carreras universitarias con fines de lucro, como vía de paliar la situación económica o incrementar el patrimonio personal de los garantes, que por lo general no son los simples maestros, sino sus dirigentes los responsables de otorgarlas.

Otra inclinación latente es la violencia que vive la sociedad y que a la larga se refleja en los centros escolares. Profesores entrevistados refieren que la agresividad de los estudiantes es muy alta y deben ponerse fuertes para mantener el control de la clase y hacerse respetar, de lo contrario la clase se les convierte en un verdadero oeste. 

Opinan además que el desaliento y falta de interés del estudiantado es enorme, cada vez dedican menos tiempo a los estudios y el cultivo espiritual individual. Son más ajenos a las normas de convivencia y carecen de valores éticos, morales y comportamiento social. 

Escuelas que se caen a pedazos y recursos educativos escasos

Como último acápite, y no por ello menos importante, las condiciones de los centros escolares dejan mucho que desear. Casi todos muestran deterioro de infraestructura, plomería y mantenimiento. Cada día hay más falta de recursos, medios de estudios y enseñanza. La bibliografía utilizada es obsoleta y plagada de errores por omisión y en la mayoría de las especialidades no está acorde al desarrollo tecnológico actual. Los libros de texto casi todos son viejísimos por el prolongado uso y la falta de actualización. Las bibliotecas solo cuentan ediciones caducas y en muy mal estado producto del uso y abuso de los escasos ejemplares. Gran parte de las computadoras destinadas al aprendizaje no funcionan y las áreas deportivas existen pero los implementos medios y equipos deportivos están extintos. 

Los laboratorios lo único que conservan es el nombre, porque carecen de todo. Actualmente son simples aulas, donde los profesores que allí imparten  ni siquiera recuerdan cuando desaparecieron los microscopios, probetas, equipos, maquetas, elementos químicos, instrumentos, medios de enseñanza y material de estudio imprescindibles para un adecuado aprendizaje. 

Similar situación de desolación muestran los talleres de educación laboral y profesional, donde las máquinas herramienta o equipos, si las hay, por lo general están rotos o sin motores. Es inexistente el avituallamiento instrumental y de herramientas, no hay medios e instrumentos de trabajo o de medición y mucho menos materia prima para la elaboración de artículos durante el aprendizaje. En algunos centros estudiantiles, las herramientas e instrumentos usados son propiedad personal de los profesores.

 Otras escuelas sufrieron peor suerte. Pasada la fiebre nacional de las escuelas al campo a muchas de ellas les sobrevino la recesión. En todo el territorio nacional se alzan por doquier miles de estructuras esqueléticas de antiguas escuelas en el campo. Las más afortunadas, muestran solo desnudas estructuras de hormigón prefabricado, roídas por el abandono y el comején humano.

Solo en el municipio granmense de Yara, aprovechando su terreno llano y  fértil,  fue construido un complejo de 14 escuelas secundarias y preuniversitarias, conocidos como las Veguitas, donde se intercalaban los estudios y el trabajo agrícola. En la actualidad, sólo cinco brindan servicio educacional. Del resto se encuentran solo ruinas indicadoras de los extintos centros de enseñanza, perdidas entre la maleza y el deterioro a causa de la indolencia gubernamental que sobrepasa los límites de la imaginación.

A modo de resumen, otro catedrático entrevistado, califica: “La potencia educacional cubana ha involucionado al barbarismo y va en decadencia, el desplome moral y ético es evidente. La juventud se corrompe y se sume en el abismo de la ignorancia, las drogas, la vagancia, el alcohol y la delincuencia, se hunde en las carencias y necesidades, inundando las cárceles donde al final, la esperanza de reeducación se esfuma y colapsa estrepitosamente.”.

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