Evarista, vendedora ilícita

Hace varios meses que pienso en escribir sobre Evarista, una anciana que ha obtenido celebridad por su personaje de vendedora ilícita en la televisión cubana.

Evarista / Foto: Tania Díaz Castro
Evarista / Foto: Tania Díaz Castro

Aris Teresa Bruzos Núñez, actriz que interpreta a Evarista, me recuerda a Eloísa Álvarez Guedes que, por largo tiempo a partir de 1953, encarnó el personaje de una humilde campesina llamada Simplicia, una anciana común y corriente, fiel reflejo de una sociedad normal.

Ni Aris ni Eloísa, con papeles protagónicos diferentes, necesitaron de conocimientos histriónicos para interpretar a personajes de pueblo. Ninguna de las dos estudió arte dramático. Ni falta que les hizo para que llegaran al corazón del gran público cubano.

Aris Teresa Bruzos Núñez trabajó como maestra y directora en varias escuelas. Nunca se le había cruzado por la mente el ser actriz, mucho menos trabajar en un programa humorístico como Vivir del Cuento, donde el personaje principal, el anciano Pánfilo, se quejaba siempre de su pobreza y de las dificultades que se le presentan a diario para beber un vaso de leche o comerse un pescadito al mes.

¿Podríamos considerar entonces a este programa como algo parecido a la vida real del cubano, como un espejo de un pueblo que ha aprendido a mofarse hasta de sus propios sufrimientos?

Aunque mañana le cambiaran a Aris el personaje de Evarista, con su trapicheo o cambalache para sobrevivir porque el salario o la jubilación se le va al cubano como el humo en una visita al Agro, ella será recordada siempre como aquella anciana que se asomaba a la ventana de Pánfilo para proponerle sus ventas clandestinas.

¿Es Evarista, sin darse cuenta, una lastimosa representación de un país que vive en una perenne pesadilla económica? ¿Es la prueba viviente de que la misma política impuesta desde el Comité Central del Partido Comunista se devela como un modelo por demás fracasado?

Evarista es, sin duda alguna, un fiel reflejo de una población en crisis económica permanente. Es, además, un fiel reflejo de una sociedad desabastecida durante décadas por culpa de los que han gobernado durante más de medio siglo con una misma receta y sin que de ella se obtuvieran jamás los mejores resultados.

No me preocupa que el periódico oficial Granma se me haya adelantado con una crónica sobre Evarista publicada hace un tiempo. Su autora, una estudiante de periodismo, supo adecuarse a las normas de la censura castrista y nada dice sobre lo que realmente representa esta anciana: el personaje más lastimoso, deplorable y penoso de la Cuba de Fidel Castro.

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