Raudel Luna Morffi es un fontanero cubano que trabaja en el polo turístico Jardines del Rey en la provincia de Ciego de Ávila, en la zona oriental de la Isla. La notoriedad con la que hoy cuenta no proviene, sin embargo, de su excelencia laboral.
En su edición del lunes 7 de marzo, el semanario Trabajadores destaca y aplaude el aporte de Raudel a la defensa de la patria, que consiste en la entrega de mil pesos al año exclusivamente para dicha causa. Este desembolso -que representa alrededor de tres veces el salario promedio nacional- lo realiza desde hace ya un lustro. Con su actitud Raudel sigue además las pautas de un discurso poco convincente, elaborado en los talleres ideológicos del Partido y caracterizado por mucho patriotismo poco inverosímil. Decir que los poco más de mil pesos entregados regularmente a lo largo de cinco años son en agradecimiento al Estado por lo que éste ha hecho por su familia en materia de salud y educación, nos muestra o bien a una persona de pocas luces, o bien a un hombre comprometido hasta el tuétano con las políticas del gobierno.
Por un lado, creo que la cobertura mediática entorno a este padre de familia descubre una fuerte manipulación del día a día y su mensaje subliminal es claro: el que no contribuya con parte de su salario a salvaguardar la integridad de la patria queda a merced de la ojeriza de la administración, el Partido y los sindicatos. Por otro lado, resulta patético que a estas alturas de la historia las entidades adscritas a la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) propugnen un procedimiento que no es sino una gran estafa, ya que promueve una falsa voluntariedad, enmascara lo que verdaderamente ocurre y propaga unas supuestas probabilidades de que la Isla sea otra vez invadida por fuerzas militares estadounidenses.
Es lamentable que Raudel no haya descubierto aún su condición de esclavo moderno y ciudadano estafado. Es triste que no haya tomado conciencia de que, precisamente gracias a ese recorte salarial «voluntario» que afecta a casi todos los trabajadores cubanos, es que el Estado financia decenas de programas sociales sin los requisitos adecuados y sin los resultados esperados. Para ningún cubano es secreto el pésimo estado de los servicios. Su deterioro avanza literalmente hacia el colapso, puesto que continúan postergándose las reformas estructurales que deberían implementarse inmediatamente en su justa medida.
Creo que sería bueno conocer los honorarios finales que percibe Raudel por su desempeño. Muchos coterráneos estarían complacidos en enterarse de la fórmula que le permite mantener a su parentela sin dificultades y cumplir al mismo tiempo con el tributo por el cual se siente tan regocijado.
En medio de la confusión y la necesidad de conocer los entresijos del enigma, Raudel y los aguerridos corresponsales de Trabajadores siguen vigilantes en las trincheras a la espera del ataque pero, eso sí, entregando puntualmente su aporte a la defensa de la patria.
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