El eterno dilema del huevo y la gallina

Un hombre sale con mal humor de la panadería. De su jaba extrae algo, lo muestra a la cola y pregunta: “¿Esto es un pan?”.

En las últimas semanas la noticia más comentada en Cuba es la nueva resolución 64, la llamada Ley de Protección al Consumidor, que intenta frenar el maltrato y el robo al que está expuesta la población en manos de los empleados estatales.

Dependiente de una panadería anotando en la libreta de racionamiento. Foto: Frank Correa
Dependiente de una panadería anotando en la libreta de racionamiento. Foto: Frank Correa

No hace mucho, un programa de Radio Rebelde dedicó varias horas de su transmisión, para dialogar con administrativos de la Empresa Cubana del Pan y con los radioescuchas sobre la calidad de este producto, tan importante de la canasta básica.

Entre las principales quejas de la población estuvieron la falta de higiene de las panaderías y de los medios que transportan los productos hasta los puntos de venta. Otro tema candente fue la mala calidad del pan en general.

«Las dependientes cargan los panes en los antebrazos, no usan guantes, manipulan el dinero y el pan al mismo tiempo», dijo Rita, de Habana del Este. «Tengo entendido que las normas internacionales exigen que todos los días deben desinfectar y fregar los estantes donde se almacena el producto. Además, deben colocar el pan sobre un papel y cambiar ese papel diariamente. En la panadería que frecuento no se cumple nada de esto y siempre alegan que no hay papel, que no le asignan detergente, que no hay desinfectante, etc…».

Desde Cárdenas habló Tito, solicitando que se hiciera un reportaje sobre la calidad del pan en ese municipio: falta de respeto al pueblo, pésima higiene y pan mal elaborado.

Tomás Orta, residente del municipio de Banes en Holguín, se preguntaba: “¿Por qué el pan coge moho en menos de un día? ¿Dónde se encuentran los maestros panaderos de antes?”.

María de los Ángeles Rivas, jefe de Control de Calidad de una empresa panificadora, justificó que el pan normado está diseñado para que dure unas 24 horas, pero que no todas las panaderías poseen las mismas condiciones tecnológicas ni el mismo equipamiento. Además, declaró que el colectivo de trabajadores no siempre cumple con todo lo estipulado.

Cuco, residente del Vedado, fue cáustico en su intervención:

«Yo oigo hablar de la culpa de los panaderos, pero ¿acaso el administrador no tiene responsabilidad? ¿Y los cuadros que están por encima de él? Cuando he solicitado hablar con el administrador de mi panadería para quejarme sobre la mala calidad del pan, siempre me responden que anda en una reunión. En la 23 y 12, el sitio donde Fidel declaró el carácter socialista de la revolución, hay una panadería y posiblemente sea la que fabrica el peor pan del país».

Marta López Rivero, del reparto Garrido en Camagüey, dijo que el pan suave, conocido como el flautín de 3 pesos, lo venden en la calle a 5.

«Eso es un robo», expresó.

Fueron muchas quejas por parte de los radioyentes y diversas las justificaciones de los funcionarios que representaban a la empresa. La mala calidad del pan es posiblemente una de las quejas más recurrentes en todas las rendiciones de cuenta de las circunscripciones. Un planteamiento que, en tanto años de supuesto poder popular, no ha podido ser resuelto.

Diario de Cuba conversó con la señora Dimas Mustelier y con el maestro panadero retirado de La Lisa, quien dijo haber escuchado el programa radial y arrojó luz sobre algunos de los interrogantes que no fueron bien contestadas:

“Un panadero no se hace en 2 días”, dijo Mustelier. “La norma tecnológica de antes prescribía para 48 libras de harina 12 libras de aceite, pero cuando llegó el período especial se instauró una nueva carta tecnológica donde para 100 libras de harina solo se asignó 1 libra de aceite… ¡hay que ser mago para sacar de eso un buen pan! Antes, un pan todavía podía comerse al cabo de una semana. Hoy lo compras por la mañana temprano, y por la tarde ya no sirve. Antes había 17 variedades de pan, hoy solo existen 3.”

Continúa explicando el viejo maestro que los panaderos de más experiencia se han ido para el sector privado donde, por supuesto, ganan más. El Estado paga salarios miserables, claro está. Esa sería, en líneas generales, la explicación acerca del robo que siguen perpetuando los panaderos.

“Y ahí llegamos al pollo del arroz con pollo: la corrupción. Cada panadero sale con 400 pesos diarios del trapicheo, el dependiente se queda con otros 500 pesos y el administrador aún con más. ¿Y cómo se explica esto, si hay una carta tecnológica que cumplir y una cuota de producto normado? ¡Ah, con el pan liberado! Y es muy fácil, el maestro informa sobre 2000 libras de harina para el pan de 5 centavos, pero los destina al pan de 3 pesos, que al final se vende a 5 en la calle. Y no importa como salga el pan normado, se sabe que la gente tiene hambre y que, al fin y al cabo, lo va a comprar”.

A la pregunta sobre la nueva Ley de Protección al Consumidor, Mustelier se ríe y responde:

“Ojalá funcione y se arregle la cosa, pero la corrupción es el mayor problema en este lugar y para extirparla hay que acabar primero con la crisis, no a la inversa. El eterno dilema del huevo y la gallina”.

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