La pandemia, un mal que agrava otros

Actualmente muchas familias en toda la isla, enfrentan una pandemia en condiciones extremas, viven el día a día con la amenaza de un techo que puede desplomarse en cualquier momento

La situación de la vivienda es uno de los males que más afecta a la sociedad cubana. El gobierno ha reconocido que se necesita un millón de viviendas para paliar la crisis que hace años es crónica.

Actualmente muchas familias en toda la isla, enfrentan una pandemia en condiciones extremas, viven el día a día con la amenaza de un techo que puede desplomarse en cualquier momento.

Tal es el caso de Jenny Mesa Sánchez, de 43 años, madre soltera con siete hijos. Reside en la calle Amargura 305, en La Habana Vieja. Ella dice que es la familia quien la ayuda, para tener a la mayoría de sus hijos fuera de casa.

“Aquí conmigo tengo tres, el más pequeño y dos niñas, una de 5 y la otra de 11 años, los demás viven con mi tía y mi abuela, su casa está en buenas condiciones, pero no cabemos todos. Hubo una época en que en un apartamento de un cuarto vivíamos 14 personas, no me quedó más remedio que venir para este lugar donde llevo cerca de diez años”.

“Aquí no tenemos vida, es un susto constante porque todo el techo se filtra cuando llueve, el agua corre por las paredes, ¿imagina tener que permanecer todos estos días de cuarentena en estas circunstancias? Aquí vivimos once familias en estas condiciones. He llevado carta has Consejo de Estado, y no hay respuesta.”

Pero lo peor – dice esta madre – es que no cuenta ni con la llamada canasta básica para alimentar a sus hijos.

“Temporalmente y por la pandemia me dieron una libreta para seis de mis hijos, porque el mayor tiene 25 años, y ni a él ni a mi nos incluyeron. Esta libreta me la quitan en diciembre y me pregunto, ¿dónde yo consigo leche y otros alimentos para estos niños, ahora que van a subir los precios a todos los alimentos?

El edificio donde viven estas familias, tiene cuatro plantas. Las dos primeras sus moradores las pudieron reparar con recursos propios, pero eso es lo que no tienen el resto de los vecinos.

“En el cuarto piso no hay nadie, hace 8 años sacaron a las familias que vivían ahí, todo parecía que se iba a derrumbar; tuvimos esperanza de solución, pero ahí terminó todo.   Con ayuda del gobierno podríamos arreglar un poco esto, pero para eso tampoco hay respuesta. Sin embargo, a dos cuadras de aquí, han reconstruido en pocos meses el Gran Hotel que también estaba en muy mal estado. Entonces hay para un hotel, pero no hay para nosotros, y seguimos sin solución”, afirmó Mesa Sánchez, mientras le dice a una pequeña que deje tranquilo al perro para que no ladre, y yo me pregunto, cómo lo alimentarán.

El diario vivir para las personas que en estas condiciones de hacinamiento y peligro, es una especie de reto a la misma razón de existir, pero las fuerzas en muchas ocasiones flaquean, y como dijo esta misma cubana, “a veces creo no hay razones para vivir”.

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