Nuestras calles no son libres

Marcha LGTBIQ en La Habana. Foto de: Ariam Norcal

 

El poder salir a manifestarse para mí significa que todos los hombres y mujeres que aman la libertad tengan el derecho de cambiar los aspectos más injustos de la sociedad, pero en Cuba no podemos ocupar nuestras calles, pues no están declaradas libres para que marchemos y reclamemos nuestros derechos.

Las marchas, si no están convocadas por el gobierno, no están permitidas. Y tampoco es que haya habido demasiados intentos en el pasado, pues durante años nos han enseñado más a obedecer que a protestar. Las pocas veces que he participado en protestas, he sido reprimida, y muchas veces he sufrido el rechazo de la comunidad, pues mucha gente interpreta las marchas como un acto subversivo que puede crearles problemas con el gobierno. Y es cierto que participar en una marcha independiente y autoconvocada representa un riesgo a la seguridad de quien decide llevarla a cabo, sobre todo para las personas LGTBIQ en Cuba, que somos muy vulnerables a la violencia.

Sin embargo, yo creo que si las personas responsables del gobierno y las instituciones no velan por nuestros intereses, tendremos que hacerlo nosotros mismos. Mariela Castro Espín no respondió a nuestras necesidades y expectativas cuando declaró que no habría marcha del Orgullo LGTBIQ porque el país se encuentra bajo crisis económica, y entonces decidimos salir a las calles por nuestra cuenta.

Fuimos a la marcha con la esperanza de lograr que en el día de mañana podamos tener los mismos derechos que el resto de las personas. Unidos en las calles nos sentimos seguros y protegidos. Sabemos que en la unidad esta la fuerza, y todos juntos queremos demostrar que sí tenemos valores éticos y morales, eliminar todo origen de discriminación y conseguir que la sociedad nos admita tal y como somos.

Hay una frase que dice que lo importante no es lo mucho o lo poco que uno tenga, sino lo que puede conseguir hacer con lo que tiene. Y nosotros, participando en la conga autoconvocada, utilizamos ese pequeño espacio que se nos abría para reclamar nuestras identidades. A pesar de ser reprimidos, pudimos mostrar que somos muchos, y que tenemos la intención de cambiar la cosas.

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