Cuando marchar te hace más libre

 

Marcha del 8 de marzo en Praga. Foto de: Petr Zewlak Vrabec (A2larm.cz)

 

El 8 de marzo. día internacional de la mujer. del año 2019, tuve la posibilidad de formar parte de una marcha realizada en República Checa. Era la primera vez que lo hacía por una causa realmente justa, la experiencia fue intensa. Allí pude corroborar que cada persona era libre de decir y actuar como quisiese, muchas mujeres y hombres mostraban carteles con consignas a favor de los movimientos feministas. Estando en Cuba no conocí lo que era marchar, los primeros de mayo nunca lo hice porque no estaba ni estoy a favor de esas marchas organizadas a conveniencia por el Estado cubano, donde no encontrarás ni una persona portando carteles exigiendo sus derechos sociales, como el aumento de salarios, o las mejorías en sus puestos de trabajo. Tampoco me sentí muy a gusto en las marchas promovidas por Mariela Castro y el CENESEX, realizadas una vez al año y donde todo se convierte en un evento carnavalesco, que más que marcha es una conga callejera donde se chancletea, y en la que tampoco nadie se atreve a portar carteles exigiendo derechos para la comunidad LGBTIQ, y cuando alguno se atreve a sacar un cartel que resulta inconveniente, enseguida llega la policía y te manda parar.

Ahí solo encontrarás consignas de carácter político como: socialismo sí, homofobia no, que nada tienen que ver con el movimiento gay, y con las luchas sociales, son marchas que realmente no sirven para crear cambios en una isla que cada vez aleja más a sus ciudadanos y ciudadanas de sus derechos elementales, y que de cierta manera les engaña, dejándoles actuar hasta cierto punto, pero dejando claro que no puedes ir mas allá de lo permisible. Cuba es un país falso, con marchas igualmente construidas desde esa falsedad.

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