No hace mucho, una familia habanera cerró la calle con sus pertenencias a modo de protesta porque, luego de muchos reclamos e intentos por parte de sus miembros, el gobierno no ha hecho nada para ayudarlos. El motivo no es otro que un viejo conocido y recurrente: el edificio ha tenido varios derrumbes internos y en más de una ocasión ha puesto en peligro la vida de sus residentes.
“Saqué los muebles para la calle porque se me está cayendo la cocina y el baño”, dice Ana Vivian, embarazada de 38 semanas. “Al gobierno le importa un carajo lo que nos pase. Tengo los pies hinchados y no me voy de la calle, tendrán que cargarme y meterme presa con niño por nacer y todo”, gritaba.
Otra señora llamada Julia decía que se le está hundiendo el piso del baño y, pese a haber denunciado el problema en reiteradas oportunidades, nadie le hizo caso.
“Fui al Consejo de Estado, a la Dirección Municipal de la Vivienda, al Poder Popular, todos me dicen lo mismo: ¡Compañera ya hemos elevado su problema, tiene que esperar! ¿Hasta cuándo tengo que esperar? ¿Hasta que se me caiga la taza del baño conmigo encima?”.
Ya en horas de la tarde del sábado, llegó un auto patrullero con Tania, jefa de la Unidad de Cuba y Chacón, el llamado Punto 30. Esta oficial les advirtió a los presentes que no podían cerrar la calle, porque era una indisciplina grave y que, por ley, podían ser sancionados.
“Tienen que recogerlo todo, no se desesperen, pronto vendrá un camión y los llevará para un albergue, así que tranquilitos, todo se va a resolver», dijo Tania, retirándose.
Dos días más tarde los vecinos seguían instalados con los muebles en los portales, sin que nada hubiese cambiado. La única diferencia en el paisaje urbano era verlos vigilados por tres policías y un carro patrullero.
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