Después de la elección de Miguel Díaz-Canel Bermúdez como Presidente del Consejo de Estado y de Ministros, el nuevo Jefe tendrá entre sus retos iniciar el proceso de unificación monetaria, ante la mirada vigilante de Raúl Castro y demás jerarcas históricos del Buró Político del Partido Comunista de Cuba (PCC). Una de las tantas preguntas que nos aquejan en Cuba es ¿cuáles son los costos relevantes que exige la impostergable decisión económica?
La más polémica de las medidas que se espera del gobierno implica una reforma económica amplia, cuya ejecución parece escapar a la voluntad política de quiénes lideran el país por ellos armado tal como (mal) funciona hoy. Lo escalofriante, en todo caso, es que estos líderes jamás han reconocido la magnitud de sus errores y, por tanto, poco puede esperarse de ellos al abordar este asunto tan esencial.
Rogelio Torras y Juan Ferrán, autores de un extenso ensayo titulado Engañoso Caballero Don Dinero alertan:
“¿Por qué preocuparse tanto por el posible incremento futuro de los precios de los alimentos como consecuencia de una devaluación, si primero no se resuelve la incapacidad que existe hoy para poner a producir el 56% de la tierra agrícola que no se cultiva?”
Lo mismo puede afirmarse para el sistema empresarial estatal. Solamente en La Habana se calcula entre un 38 y 40 % de las entidades desaparecerán por ser ineficientes al aplicarse la inevitable devaluación de la actual tasa de cambio de 1-1 entre la moneda nacional y el dólar estadounidense. A esto debe sumarse que casi un 60% de las entidades inspeccionadas durante los últimos años fueron calificadas de malas o deficientes por las diferentes auditorías.
Frente a la pregunta: ¿Qué representa la devaluación?, Juan Triana adelanta:
«La magnitud de la devaluación es decisiva porque definitivamente devaluación habrá, ya que se expresa de facto en el alza actual de precios.”
Para quienes dependen únicamente de los exiguos salarios estatales, bajar el peso convertible (CUC) frente a la moneda nacional (CUP), única moneda futura en Cuba, los afectaría sobremanera. Para los 5 millones de turistas que visitan la isla, si la moneda única resultante termina siendo sobrevaluada, la disminución de su poder de compra los llevaría a un notable desencanto. Las remesas, fundamentales para el país y calculadas en más de 3 mil millones de dólares al cierre de 2017, también se verán afectadas. Mientras tanto, cabe mencionar que las tiendas recaudadoras de divisas, con su modo de funcionamiento monopólico, absorben, ellas solas, unos 1500 millones de dólares cada año.
Al aplicar tasas unificadoras sobre el mercado al servicio de la población, varios expertos coinciden en proponer la libre fluctuación de la tasa actual, dejando el camino libre a la relación oferta-demanda. De hecho, la unificación pasará por una etapa que el economista Jorge Barrera supone de dos años como mínimo para llegar gradualmente a la tasa única final.
Desde el Día D hasta el anhelado establecimiento final, hay quienes se arriesgan a estimar números:
- Varios expertos, entre ellos Humberto Pérez, sugieren un 15/1, acortando la relación entre los vigentes CUP y CUC.
- Ferrán y Torras optan por la doble segmentación con la alternativa de dejar flotar libremente la tasa de la CADECA. La tasa empresarial, se establecería a partir de un arbitrario 5/1, modificable gradualmente, según se comporte la economía.
- Otros expertos, entre ellos el ya mencionado Barrera, señalan que podría acercarse, sin una normativa, al 25/1.
Refiriéndose a las consecuencias, Humberto Pérez, en su blog ECT, asegura:
“Un cambio abrupto afectaría al sistema en su conjunto: subsidios, impuestos, créditos, control bancario, asignación de recursos, poder de compra, comercio exterior, turismo, ingresos en divisas, etc. Por ello, sería necesaria una descompresión, un tiempo para ajustar actividades […] Actuar con prudencia y ser muy cuidadosos al aplicar en estos momentos cualquier modificación en el caso de las tasas de las CADECAS, para no contribuir a crear un ambiente de dudas e incomprensión en la población que pueda añadir factores que afecten los ingresos por remesas y por turismo ya amenazados por las medidas de Trump.»
Se trata de cambiar definitivamente el estado de las cosas que determinó la absurda permanencia de la dualidad monetaria. Hoy, como nunca antes, nuestros gobernantes están obligados a cumplir el enunciado fidelista de “cambiar todo lo que deba ser cambiado.”
Esperando el momento de las definiciones, se impone la siguiente reflexión:
“Mientras no se resuelva esta distorsión, la asignación de recursos no será eficiente, la base material del poder político de los trabajadores será dilapidada, el crecimiento económico se mantendrá por debajo de su potencial y el desarrollo no cristalizará.” (ECT, febrero de 2018).
NOTA: Los economistas citados en este artículo: Humberto Pérez, Joaquín Benavides, Luis Marcelo Yera, Fidel Vascós, Pedro Monreal, Juan Triana, Rogelio Torras, Juan Ferrán y Jorge Barreras. (Fichas personales en ECT). El No. 10, Pável Vidal, puede chequearse en Cubaposible y Palabra Nueva.
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