La escuela primaria Rubén Martínez Villena en Santiago de Cuba transita por el peor momento de su historia. No es sólo la falta de maestros lo que aqueja, sino también la falta de valores de aquellos que van ocupando las plazas.
“Casi todos los maestros dicen malas palabras delante de los niños”, cuenta Yanet, madre de Malia, una de las estudiantes de tercer grado. “Ofenden a los alumnos, les hablan de muy mala forma, algunos fuman en la escuela y una maestra lo hace incluso dentro del aula. En relación con la materia que imparten, dos maestros están en las nubes y los demás quién sabe dónde. Por el aula de Malia han pasado ya cuatro este año. La niña se me ha atrasado, con lo cual estoy pagando 5 pesos convertibles a una maestra retirada para que mi hija aprenda lo que debe. En total son 120 pesos nacionales, un tercio de mi salario del mes.”
Otra madre, Lizet, con un pequeño en la escuela Martínez Villena, confirma lo dicho y explica también otras dificultades del sistema educativo de la zona.
“Mi hijo no tiene maestra desde hace un mes, así que una auxiliar de limpieza optó por la plaza. Estuvo unos días frente a la pizarra pero como no dominaba la materia ni los planes de clases tuvieron que sacarla. Yo recuerdo con cariño a mis viejas maestras, personas preparadas que desempeñaban la labor de educadoras con mucho amor y sacrificio. Cuando me las encuentro en la calle y las saludo, siento una tristeza infinita al pensar que estos niños, cuando tengan mi edad, tal vez no recuerden con nostalgia y cariño a ningún maestro. Si lo hacen, probablemente sólo recordarán la chismería, el maltrato y los malos ejemplos que les dieron.”
Lizet quiso cambiar a su hijo de escuela, a la otra primaria que tiene su barrio, pero se enteró por otras madres que la buena reputación de esta solía tener ya no cuenta; también llegan allí los nuevos maestros, emergentes, con su impuntualidad, su inestabilidad laboral, sus malos hábitos y su escasa preparación cultural.
“Creo que la educación está en peligro”, acota Yanet. “Y la educación es lo que más se debe cuidar en un país porque de eso depende su futuro. No puedo afirmar si esto sucede sólo aquí en Palma Soriano donde vivimos. Tal vez en la capital y en otros sitios más visibles la realidad sea otra y existan magnificas escuelas con estupendos maestros, pero en la Cuba del interior no es así. El gobierno debería prestarle a este problema la atención que merece. Ahora mi mayor preocupación son Malia y su hermano, que dentro de dos años comenzará en la escuela. Por ahora, la única solución que veo es pagarles a las viejas maestras retiradas para que los repasen en sus casas. Costear la educación de nuestros hijos para asegurarla. Creo que eso es lo que nos va a tocar en un futuro cercano. Nada más lejos del derecho a la educación para todos, nada más lejos de lo que intenta transmitir el gobierno en sus discursos.”
Leave a comment