Se acerca el delicado momento en que Raúl Castro deje el gobierno y la incertidumbre acerca de quién será su sucesor crece como una bola de nieve.
En algunos barrios de La Habana la población baraja varios nombres: el vicepresidente Miguel Díaz Canel; algún que otro Castro como para mantener la estirpe; Eusebio Leal, el Historiador; algún General que quizás ya esté en pleno entrenamiento de sus futuras funciones. La pregunta final es si Cuba dejará o no de ser una dictadura… si dejará de ser la Cuba que ha sido en los últimos casi sesenta años.
También se ha mencionado otro nombre: Ulises Guilarte de Nacimento, Secretario General de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), para muchos, algo así como un nuevo Claudio.
Remontándonos a la era del Imperio Romano, precisamente al momento de la muerte de Calígula, debemos recordar la disputa por el peligroso puesto de emperador que quedó vacante por aquel entonces. Antesala de puñal o cicuta, los senadores romanos escogieron al aparentemente manejable Claudio para sentarlo en la silla y continuar adelante con sus fines e intereses. Ya se conocen los resultados: frente a la sorpresa de muchos, Claudio fue un gobernante querido, eficaz y reformista.
En Cuba, sobre la cabeza del que ocupe la presidencia penderá un martillo y junto al buró habrá probablemente un plan B, listo para vencer cualquier contrariedad que perjudique al Partido. Y aunque sacarse de la manga un Claudio pudiera dejar boquiabierto a más de uno, en la Isla sabemos que todo es posible. La marcha de la Revolución ha sido un suceso muchas veces carente de lógica y la CTC, único órgano sindical permitido en Cuba, posee un historial político intachable. Oficialmente es considerado como el gran baluarte de las hazañas y tareas con alto reconocimiento.
En una reciente conferencia de prensa, Ulises Guilarte mostró su visión futurista del trabajo y valientemente afirmó:
“El problema de los bajos salarios resulta hoy en Cuba mucho más dañino que los efectos de la fluctuación creciente y permanente que tenemos en la fuerza de trabajo; genera una apatía y una desmotivación notables.”
Sus rasgos fisonómicos son los de una persona de carácter sereno, pero en ocasiones, de repente enfurece. Por ejemplo, frente a una simple pregunta, el Ulises irritado expresó recientemente:
“La gente no encuentra en el trabajo los recursos suficientes para adquirir bienes y disfrutar de los servicios, es entonces cuando cae en la debilidad moral de robar, de apropiarse de manera indebida de lo que no es suyo. Son las llamadas ‘fuentes alternativas’ las que satisfacen las necesidades de la población. Por ello, el trabajador cubano debe tener un salario decoroso y este tema debe ser prioritario en el próximo Congreso de la CTC.”
El líder del único sindicato permitido en el país se lamentó, además, de que los bajos salarios hayan provocado, en apenas cuatro años, una pérdida de más de 30.000 trabajadores de la más alta calificación. La emigración de los profesionales y funcionarios más talentosos hacia el sector no estatal de la economía es un hecho cada vez más frecuente.
“Raúl me ha indicado que el aporte más concreto que puede hacer el movimiento sindical al proceso revolucionario es continuar movilizando a los trabajadores para poner a flote las reservas de eficiencia,» dijo con voz enérgica, convencido de que la revolución que continúa hoy en día atesoraba para él grandes fines.
“Ulises Guilarte es un cuadro que la Revolución viene preparando desde niño”, indicó un profesor, aquí anónimo, de la Escuela Nacional del Partido Ñico López. “Posee toda la preparación política e ideológica para cumplir cualquier tipo de tarea. No puedo afirmar que vaya a ser el próximo presidente, pues eso solo lo sabe Raúl, pero si esto sucediera, estoy seguro de que asumiría su papel con el mismo fervor que todas las encomiendas que el régimen le ha asignado hasta ahora. Además, tendrá un equipo de asesores que le ayudarán, y tendrá sobre todo a Raúl para guiarlo.”
Otro entrevistado, trabajador de esa misma escuela, es Radames, jefe de cocina y amigo personal de Ulises:
“Lo conozco de las dos veces que ha estudiado aquí. Estoy seguro de que cumpliría muy bien esa función, pues es un cuadro al que no le tiembla un músculo cuando reclama y critica lo mal hecho. Ahora que me lo preguntas, desearía ferviente que fuera él. Es mi opinión, pero quién será el próximo presidente es la pregunta del millón. En cualquier caso, el que resulte no contará con un apoyo unánime porque en estos momentos cada cubano tiene su propia elección. Algunos, incluso, la tienen a noventa millas, en territorio enemigo.”
En cambio, Pedro, trabajador cuentapropista de un mercado agrícola, dice que, cuando trabajaba para el Estado, el sindicato jamás lo ayudó.
“¿Un sindicalista como Primer Ministro? Aunque ya haya ocurrido en otras partes, no me hace ninguna gracia. Además, Guilarte De Nacimento no es un apellido de presidente, los hay mejores, aunque quizás solo sea la costumbre de escuchar el apellido Castro al lado del título de Jefe de Estado.”
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