Aimara Peña (Sancti Spiritus, 1988) decidió presentarse como candidata independiente a delegada del Poder Popular en Las Tosas, la aldea de 2.000 habitantes donde reside, en la provincia de Sancti Spiritus. Maestra de formación, su interés por la política comunitaria parte de su experiencia como activista, periodista y bibliotecaria independiente, que la han acercado durante años a las necesidades y urgencias del vecindario.
Aimara está resuelta a demostrar que el trabajo de activismo en la isla es totalmente legal, a motivar a otros vecinos y vecinas que tienen miedo a participar en política y sobre todo a darle una nueva y verdadera fuerza al papel de delegada, la figura encargada, según ella, no sólo de transmitir, sino de exigir al gobierno lo que el pueblo reclama.
A pesar de contar con apoyo en su comunidad, cuando se acercaban las elecciones, la iniciativa Ciudadanos por el Cambio, que la apoyaba, le dio la espalda, y el día de las votaciones, un fuerte operativo de la Seguridad del Estado coaccionó al vecindario y obstaculizo la votación en la que podría haber sido elegida. Sin embargo, Aimara aguantó la asamblea hasta el final, y está firmemente decidida a continuar intentando ser la voz de su comunidad, a pesar de los obstáculos que encuentran las mujeres para hacer política comunitaria en Cuba, tanto por parte del gobierno como de la oposición política.
¿Alguna vez has sido discriminada por ser mujer desde que decidiste presentarte como candidata independiente a delegada del Poder Popular?
Cuando decidí presentarme a estas elecciones era consciente de que para una mujer hacer política es difícil en cualquier lugar de mundo, pero en Cuba es doblemente difícil. Yo llevo varios años en el activismo político y social, he realizado periodismo independiente y conozco de cerca cómo en Cuba, al ser un estado patriarcal, existen barreras culturales y políticas más poderosas que las legales. Recuerdo que en una llegada a la Habana desde Colombia, las autoridades aduanales y la Seguridad del Estado me detuvieron y me decomisaron un ejemplar de la Ley Electoral cubana, al que calificaron como material subversivo. Entonces, un oficial se me acercó y me dijo: “Niña, que tú haces, ¿tienes hijos?” Yo le respondí que sí, y me dijo con tono de reproche: “parece mentira que una mujer como tú se esté preocupando por estos temas”. El ser mujer, para los represores, es una debilidad, y que una mujer quiera hacer política, una decisión absurda, pues deberíamos estar ocupándonos de nuestros hijos.
¿Cómo reaccionó tu familia cuando le dijiste que querías ser delegada? ¿Alguien hizo alusión a que eres mujer?
Mi familia es respetuosa con mis decisiones, pero se preocupan por la seguridad, y ese fue uno de los temas que generó más conflicto. Como activista siempre tienes encima a la Seguridad del Estado, pero la presión se vuelve más fuerte cuando entras en el proceso de elecciones, puesto que en ese momento ya empiezan a ocuparse de ti las organizaciones de base en la comunidad (Partido Comunista, Unión de Jóvenes Comunistas, Federación de Mujeres Cubanas), y esto supone el comienzo de campañas difamatorias en las que te acusan de “mala esposa y madre” por ocupar tu tiempo en la política. Estos comentarios machistas, siempre realizados en público, hacen difícil mantener la armonía familiar.
¿De quién has recibido más apoyo, de hombres o de mujeres?
Dentro de la comunidad recibí apoyo de mujeres y también de hombres, pero las mujeres sin duda muestran más respeto, pues los hombres en Cuba no toman muy en serio que una mujer pueda marcar la diferencia en temas políticos. Existe la creencia popular de que los hombres son más aptos para la función pública, y las mujeres deben desarrollarse en el ámbito doméstico.
¿Qué tipo de amenazas has recibido de la Seguridad del Estado?
La mayoría de las amenazas de la Seguridad del Estado están dirigidas a la estabilidad de mi familia: a mis hijos, mi esposo, mi madre y mi padre. Han tratado de negociar con la escolarización de mi hijo mayor, y con difamar mi reputación como esposa y madre. De hecho, han cumplido algunas de estas amenazas, pues están convencidos de que el punto débil de una mujer es su familia, pero no han conseguido apartarme de mi vocación.
Entonces las amenazas están en su mayoría relacionadas con el hecho de ser mujer…
Totalmente. Para ellos, el ser mujer en esta sociedad y querer hacer política es algo que no liga, y el hecho de ser mujer en el ejercicio de la política es una debilidad en sí mismo. Enfocan sus amenazas a nuestros roles de madres, hijas y esposas; creen que somos un enemigo fácil de destruir.
A ti no te han destruido… Después de todo lo ocurrido, ¿por qué has decidido continuar?
Porque estoy convencida de que estoy haciendo lo correcto y lo estoy haciendo bien. Me presenté porque yo iba a ganar, aunque no saliera nominada. La experiencia que vivió mi comunidad fue un éxito que no podrán cambiar jamás: el hecho de haber cambiado la imagen de lo que fueron siempre las elecciones en Las Tosas y convertirlo en algo competitivo donde existen opciones diferentes, ha abierto un camino que no tendrá vuelta atrás.
¿Por qué te dio la espalda Candidatos por el Cambio? ¿Qué papel tienen las mujeres en la plataforma?
No lo tengo claro, me he enterado por terceras personas de que la junta directiva decidió suspenderme de mis funciones y cortar vínculos y comunicación conmigo, sin siquiera informarme.
En este proyecto hay varias mujeres, yo no manejo el número, pero puedo decir que ninguna toma decisiones en la plataforma. Aunque nos daban cargos con nombres grandilocuentes, siempre nos enterábamos de las decisiones cuando ya estaban tomadas. Y cuando alguna brillaba por su trabajo, le daban la espalda como me la han dado a mí. Creo que el hecho de ser mujer es también hoy un problema para hacer política dentro de la disidencia cubana y el hecho de que los líderes no lo reconozcan es el primer síntoma.
A pesar de no contar con el apoyo de Candidatos por el Cambio, decidiste presentarte a delegada de igual modo…
A pesar de que lo ocurrido con Candidatos por el Cambio fue sólo una semana antes de mi asamblea de nominación, y a pesar de que fui detenida por la Seguridad del Estado, quien me recordó con alegría que me habían dejado sola; yo no estaba, ni me sentía sola. Tengo un compromiso con todas las personas que me apoyaron siempre y estaba preparada para hacerlo porque había trabajado más de un año en ello. A pesar de que no logré ser nominada, durante la asamblea conseguí demostrar en la comunidad que no existe democracia y se desmontó el discurso oficial de que todos y todas las cubanas tienen el derecho a elegir y ser elegidas. No podía dejarlo todo a medias solo por el hecho de que alguien tomo una decisión ajena a mí.
¿Quieres seguir haciendo política?
Desde que soy muy joven tengo vocación para el servicio público; tengo el deseo de hacer cosas buenas por la comunidad, y el trabajo apenas ha comenzado. Esta experiencia me ha demostrado cuál es nuestra realidad, pero el cambio se producirá cuando madure la idea y el pueblo logre romper el miedo y las barreras que lo frenan hoy. Mientras tanto, hay que trabajar bajo cualquier circunstancia; una idea, un deseo, una meta, no se abandonan antes de ser logradas.
¿Por qué piensas que es importante que las mujeres hagan política en Cuba?
Creo que las mujeres poseen el instinto natural de sacar adelante los proyectos, y que son sensibles a los problemas de los demás. La clase política tiene que conectar con la realidad de su entorno de manera humana y no perderla de vista durante su mandato; y en eso las mujeres somos buenas. Además, en Cuba las mujeres no deben claudicar en su afán de participar en política, pues tienen el deber de conquistar el respeto y los espacios que les han quitado los estereotipos de la sociedad.
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