Actualmente Cuba está inundada por turistas e inversionistas: a partir de la nueva oleada de tratados y liberación económica, las compañías extranjeras se sienten atraídas a venir aquí a explorar nuevas oportunidades de negocios. Pero ¿qué pasa cuando la agricultura orgánica local choca con el mundo de los negocios agrícolas de los EE.UU?; ¿serán los transgénicos los próximos en inundar la isla?
La paradoja en la agricultura cubana
Desde los 90, Cuba ha sido aclamada internacionalmente por ser un oasis para la agricultura urbana y orgánica a mediana escala; rápidamente, y por necesidad, emergieron jardines urbanos y cultivos «organopónicos» o pequeños cultivos orgánicos. Todo lo anterior surgió como una respuesta comunitaria a la falta de seguridad alimentaria tras el colapso de la Unión Soviética. Sin embargo, a pesar del éxito alcanzado, según el Programa Mundial de Alimentos Cuba todavía importa, paradójicamente entre el 70 y 80 por ciento de las necesidades alimenticias del país.
Conforme llega a las costas cubanas esta nueva oleada de tratados y apertura económica, muchos agricultores se preguntan desde ya cómo cambiará todo esto el panorama agrícola. Las compañías agroalimentarias de los EE.UU rara vez vienen a Cuba,y cuando vienen, lo hacen en búsqueda de nuevas oportunidades de negocios: exportación de productos cubanos orgánicos, así como la producción e importación de sus propios bienes incluyendo los transgénicos: entonces ¿qué pasa cuando la agricultura orgánica choca con las multinacionales agrícolas?
Indudablemente la Cuba de hoy se debate entre seguir ostentando el prestigio internacional de su agricultura orgánica de mediana escala o promover los agronegocios y las fuertes técnicas agrícolas. Pero antes de que los transgénicos inunden los campos y cultivos cubanos, es necesario responder a las interrogantes sobre el estado de la agricultura orgánica en Cuba: y, para responder si la agricultura orgánica será algo del pasado o del futuro en Cuba, es necesaria la participación de un pueblo cubano informado.
En la era de los transgénicos falta conocimiento general
La inserción inicial de los transgénicos en Cuba se llevó a cabo sin legislación y sin participación ciudadana. Según el estudio sobre la situación ambiental en Cuba, presentado por parte de People in Need (PIN) en colaboración con ecologistas cubanos, el país no posee legislación alguna que prohiba o controle la producción o consumo de transgénicos.
Como indica el estudio, «con poca transparencia, las empresas militares como CUBASOY están introduciendo cultivos transgénicos especialmente de maíz y soya (que forman parte de la dieta humana básica cubana), dado que dicho proceso se lleva a cabo sin informale a la población ni las características de estos sembradíos ni las implicaciones posibles sobre la salud».
A pesar de que ya se importan y se cultivan en Cuba estos alimentos, la mayoría de las personas desconoce qué son los transgénicos. Según la encuesta hecha por Manuel Álvarez Gil, más del 73 % de los cubanos no sabía explicar qué es un transgénico. Dicha falta de conocimiento existe en otros países, por ejemplo, en Costa Rica la Universidad de Costa Rica y la Universidad Nacional condujeron una encuesta similar que reveló que el 75 % de los costarricenses tampoco saben mucho de los transgénicos. ¿Cómo es que tantas personas, especialmente de los países afectados, siguen confundidas sobre qué son los transgénicos?; ¿cómo es esto posible tras 20 años de haberse presentado mundialmente el cultivo transgénico?
Como se mencionaba anteriormente, ya en Cuba y Costa Rica se producen cultivos que contienen material alterado por ingeniería genética. En Cuba, el maíz Monsanto Roundup Ready, el cual ha sido modificado para ser tolerante a los herbicidas, cultivado para exportación y uso doméstico. Costa Rica produce únicamente semillas certificadas de algodón y soya transgénicas, e importa de los EE.UU. granos y alimentos procesados con contenido de ingredientes transgénicos procedentes de estos cultivos para el consumo animal y humano.
A pesar de la falta de conocimiento, los transgénicos siguen generando controversia en los círculos de la agricultura. Mundialmente las personas se han movilizado en protesta contra el creciente nivel de control que tienen las corporaciones multinacionales sobre el abastecimiento mundial de comida. Nada ha cambiado con tanta intensidad el panorama del agricultor como lo ha hecho la pregunta siguiente: ¿usar o no usar transgénicos?
¿Sirve de inspiración para Cuba el creciente activismo antitransgénico en Costa Rica?
Debido a la creciente producción mundial de cultivos transgénicos, se ha organizado marchas contra Monsanto con el fin de crear mayor conciencia pública de este asunto. En los últimos años, los costarricenses han protestado activamente a escala nacional con una gran marcha de 200 km de una semana de duración contra los transgénicos desde Guanacaste, la principal provincia agricultora de Costa Rica, hasta las oficinas centrales del Ministerio de Agricultura en San José.
Las protestas y la oposición pública dieron como resultado que poco más del 90 % de los cantones (cabeceras de provincias) o municipalidades del país se declararan libres de transgénicos. En la actualidad hay dos propuestas de ley de moratoria a la liberación al ambiente de organismos genéticamente alterados o transgénicos que se encuentran para su deliberación en la Asamblea General, las cuales se encuentran estancadas debido al desinterés mostrado por este tema por la mayor parte de sus diputados.
Posteriormente (2014) la Sala Constitucional de ese país dictaminó como inconstitucional el artículo 132 del Reglamento a la Ley Fitosanitaria del Estado que establecía que: «Toda la información técnica y científica que aporten las personas físicas y jurídicas para los respectivos registros tendrá carácter confidencial», «(…), por limitar el acceso a la información de interés público y por contradecir lo establecido en el artículo 21 del Protocolo de Cartagena, lo que vulnera el artículo 7 constitucional, razón por la cual debe eliminarse del ordenamiento jurídico.» Las organizaciones ambientalistas antitransgénicos celebraron al ver lo que los ciudadanos pueden hacer para cambiar la dirección política de un país.
¿Se inundará el futuro con los transgénicos?
Probablemente Costa Rica y Cuba continuarán recibiendo presión del mercado de los negocios agrícolas internacionales para eliminar regulaciones y abrir el paso al cultivo de transgénicos en sus hectáreas de tierras. Esa es la razón por la cual es vital rellenar la falta de conocimiento sobre los transgénicos y promover el activismo local.
Esto puede ir desde exigir leyes de etiquetado de transgénicos (las cuales no existen en ninguno de los países) hasta fortalecer el proceso de apelación al derecho humano a la información primero antes de que considere utilizar cultivos transgénicos. ¿Sirve de fuente de inspiración para el creciente activismo cubano el movimiento antitransgénico del pura vida costarricense?
Ante la pregunta sobre qué deberían hacer los cubanos y costarricense frente al futuro desarrollo de los transgénicos, Jaime García González, agrónomo de la Universidad de Costa Rica, respondió: «Lo que deben hacer los ciudadanos es informarse adecuadamente sobre este tema, para entender la importancia que tiene este tema para el ambiente y la humanidad en general, dado que tiene implicaciones directas, entre otras, sobre el ambiente, el comercio, la salud y las soberanías alimentaria y nutricional. Para ello es muy importante la organización, a la hora de reclamar y hacer propuestas concretas ante las autoridades políticas locales, regionales y nacionales».
Solo tras rellenar los vacíos de conocimiento, las personas de Cuba, Costa Rica y demás podrán tomar el timón de los debates concernientes a las políticas agroalimentarias y enrumbarse hacia el futuro que desean: informarse y ser partícipes activos es la mejor forma para prepararse para una inundación de transgénicos.
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