Cuba gasta U$D 2000 millones cada año importando alimentos que podría producir en casa. El gobierno invierte decenas de millones de dólares en la ganadería e importa insumos para los campesinos pero muchas veces estos no llegan a su destino. En el puerto de La Habana hay 2 almacenes repletos de fertilizantes echándose a perder sin que nadie los recoja. Dicen los portuarios que su calidad se deteriora “debido al tiempo que llevan ahí” pero eso no parece dolerle a ningún dirigente de la agricultura.
Y no es un caso único, el Periódico Trabajadores informó que los almacenes del puerto están a rebosar de productos. Lo cual provoca desabastecimiento, disminuye el salario de los estibadores y aumenta el pago a los barcos por mayor estancia en el puerto. Uno de sus periodistas se pregunta “¿Quién tiene la culpa?” pero de inmediato nos invita a no andar buscando responsables sino soluciones. Tal parece que el dúo Buena Fe se inspiró en la prensa cubana cuando escribió la canción “La culpa no la tiene nadie”. Así es que algunos problemas se arrastran por décadas. Cualquiera que tenga edad suficiente recordará que el caos de la “cadena puerto- transporte-economía interna” es tan viejo como la ineficiencia de “Acopio”, la mala calidad del pan o la escasez del transporte.
Más tarde intervino la TV cubana y siguió la discusión entre los directivos sin que se termine de definir si alguno de ellos es el culpable, o si el caos es producto de un modelo obsoleto, que evidentemente no sirve ya ni para Cuba. Un camionero privado me dijo que podría dedicar su vehículo en un 100% a mover mercancías desde el puerto. Sin embargo, algunos dirigentes prefieren almacenes llenos y productos pudriéndose antes que contratar a transportistas por cuenta propia.
La economía del país pierde U$D 6000 diarios por demora en la descarga y uno de los buques que se espera, cargado de frijol, deberá estar 60 días en el puerto, lo cual costarán U$D 360 mil a la nación, dinero que saldrá del bolsillo de todos los cubanos.
Con lo que se gastará en la estancia de ese barco se podría comprar 120 mil kilos de leche en polvo, 45 mil pares de zapatos o 400 mil litros de aceite. No estamos hablando de centavos sino de lo que ganaría un cubano en 1500 años trabajando para el Estado.
No importa cuánto tenga que pagar el pueblo de Cuba, cuanto dejen de ganar los portuarios ni cuantos productos se “pierdan” en el vaivén. Tal parece que la “exigencia”, que tanto se menciona en la prensa, sea solo para los de abajo, nunca para los dirigentes.
En el puerto hay 26 brigadas pero el caos hace que “el 80 % de los estibadores no puedan laborar”, según cuentan los portuarios. ¿Cómo se les puede pedir eficiencia a los obreros si quienes tienen que organizar los procesos productivos son incapaces hacerlo?
Los trabajadores del puerto no se han quedado callados, exigieron explicaciones a la administración, al sindicato y al Partido Comunista “pero no tenemos una respuesta. Siguen llegando barcos y continúa la misma situación: no entran camiones”.
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