Granma, medio oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC), había informado que los trabajadores de la Salud Pública abrirían la marcha del pasado 1 de mayo. No resulta extraño. Los médicos finalmente son uno de los principales proveedores de divisas en la economía nacional.
Casualmente, cerca de la fecha llegaron del Ecuador los cadáveres de tres médicos cubanos, sepultados por uno de los tantos derrumbes asociados al terremoto. Se les considera mártires, pero una vez agotados los ahorros de su trabajo, le quedará a sus familias la exigua pensión de 25 dólares mensuales al cambio del día y nada más.
Otras dos noticias acaban de conocerse relacionadas con el mercado laboral de nuestro país: la libertad para viajar y, principalmente, formar parte del cuerpo de trabajadores de los cruceros que próximamente comenzarán a llegar desde los Estados Unidos. El detalle está en los “peros” a los que dicho derecho acompaña. Para enrolarse como tripulantes en cruceros, los ciudadanos cubanos residentes en el territorio nacional deberán hacerlo a través de las instituciones empleadoras dirigidas por el Estado.
El Estado, como desde hace ya décadas, se destacará por su absoluto control sobre el trabajo a través del dominio de las empresas empleadoras estatales que no ofrecerán el más mínimo derecho a réplica a sus trabajadores. De más está decir que la misma situación cuenta para los médicos donde quiera que se encuentren, incluso los que se jugaron la vida día a día combatiendo el Ébola en África.
Pero hay otros matices en el rubro laboral. José Adonis García, un brillante jugador de básquet, fue entregado a una organización atlética japonesa por unos meros 90 mil dólares al año. Los conocedores del tema aseguran que en las grandes ligas de Estados Unidos la suma hubiera superado varios millones sólo por la transacción. Lo sorprendente es que el desventurado atleta dijo sentirse alegre y dispuesto a “representar con honor a su país”.
Ángel Luis Ferreiro Betancourt, miembro de la directiva de la Confederación de Trabajadores Independientes de Cuba (CTIC), comentó al referirse al desfile del Día de los Trabajadores:
«En la tribuna, los dueños del país, sonrientes, benévolos, observan a los de abajo gritando las consignas previamente orquestadas, fruto de su pacto no escrito con la dictadura. Lo que deberían clamar, sin embargo, sería más bien un «ustedes no pagan salarios reales, nosotros no cumplimos jornadas laborales establecidas, hurtamos todo lo posible y sin querer legitimamos su estancia en las alturas.”
Cómico o escalofriante, Granma asegura en alguna de sus páginas que el 1 de mayo y sus celebraciones son simplemente eso: la demostración al mundo de la unidad del pueblo.
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