La transición que tuvo lugar en la República Checa, impulsada por la Revolución de Terciopelo, se efectuó de forma pacífica y sin enfrentamiento alguno, ya que todos deseaban ese cambio y se daban las condiciones adecuadas. Se logró una verdadera independencia que ayudó al país a salir hacia delante, desarrollar su economía y ratificar un poder político democrático.
Sin embargo en Cuba todos los cambios previos a 1959 fueron acompañados por una insurrección armada. Se puede caracterizar al pueblo cubano como luchador por la democracia, como atestiguan las múltiples huelgas que tenían lugar y que paraban completamente el país, y las manifestaciones contra la represión policial. Tras el triunfo de la mal llamada revolución, el pueblo desea algún cambio para su beneficio.
Al instaurarse el socialismo ficticio en Cuba por los hermanos Castro, el pueblo cubano ha perdido el espíritu cívico y se ha volcado en la sumisión de aceptar cualquier argumento que le presenten los dirigentes del país. El conformismo se ha apoderado de la sociedad civil cubana, la cual presenta actualmente síntomas de cansancio.
La ilusión se ha encendido con el restablecimiento de las relaciones Cuba-EEUU. De ahí que se reciba con optimismo la idea de un cambio y los pequeños logros que se dan a conocer, aunque no reporten beneficio directo al pueblo cubano en su conjunto. Cabe pensar que este acercamiento se debe a que los Estados Unidos están perdiendo terreno en Latinoamérica y que tanto Europa como Asia están invirtiendo en Cuba y temen quedarse atrás. Por otra parte el Gobierno cubano no tiene una economía sostenible y en aras de evitar una revolución ha realizado pequeñas concesiones a determinados sectores y el restablecimiento de relaciones diplomáticas les viene como anillo al dedo para salir de la crisis que ellos mismos han provocado. El beneficio sería mutuo pero únicamente a nivel gubernamental, ya que las mejoras no repercutirán al menos por el momento en el pueblo.
La cuestión es que no se beneficien con el sufrimiento del pueblo, motivo por el cual hay que luchar para cambiar la mentalidad existente. Hay que trabajar con la sociedad civil cubana, principalmente con los jóvenes, para prepararlos en la asimilación del cambio que se avecina. Si verdaderamente se quiere lograr un cambio en Cuba, se dará un inevitable enfrentamiento, y no se puede predecir cómo terminará. Pero lucharemos para que sea una transición pacífica, aunque exista una ideología muy profunda que sea difícil de cambiar de la noche a la mañana.
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