El via crucis de Elías

El periodista Julio César Álvarez / A. K.
El periodista Julio César Álvarez / A. Koleman

 

A Elías Pérez Bocourt lo torturaron y humillaron en las prisiones cubanas. Terminó tras las rejas con una condena de 30 años por participar en un intento de salida ilegal que terminó en un asesinato múltiple. Tres personas resultaron asesinadas y una herida de muerte aquel 9 de enero de 1992 cuando, según cuentan las autoridades, la policía intentó detener el robo de una embarcación en la marina de Tarará, al este de la capital.

Inmediatamente, el gobierno trató de sacar partido político al suceso. Con evidente intención de difamar a los opositores y disidentes, el gobierno afirmó públicamente que los implicados en los asesinatos eran elementos contrarrevolucionarios. Sin embargo, ninguno de los participantes en los sucesos de Tarará estaba implicado en asuntos políticos en contra del gobierno, ni era miembro de agrupaciones opositoras.

Pero al ser acusados de contrarrevolucionarios y tener el caso amplia repercusión en los medios de prensa y televisión, se desataron actos de venganza contra ellos en las prisiones, presididos fundamentalmente por los propios carceleros.

Cuando Elías Bocourt ingresó en la prisión Especial de Camagüey lo condujeron para el área del castigo. Cuenta Juan Lang Moya, un preso común que llevaba más de 25 años en las prisiones, que a Elías los carceleros lo apaleaban al menos una vez a la semana sin motivo alguno. Después de las palizas algunos carceleros orinaban encima de él a través de los balaustres de la celda. En otras ocasiones, rociaban espray irritante en el interior de su celda. Según Lang Moya, el carcelero conocido como La Rosa, sancionado posteriormente a 7 años por violación, era uno de los carceleros que torturaba de esa manera a Elías.

El capitán Mora, jefe de la prisión, y condenado posteriormente a 17 años por el asesinato de su mujer, autorizaba todos los tratos crueles y degradantes, que convirtieron a la prisión Especial de Camagüey en una de las más tristemente célebres prisiones cubanas.

También algunos presos comunes dieron rienda suelta a su perversidad con la complicidad de los guardias. Cuando a Elías lo sacaron de la celda de aislamiento lo enviaron a una celda colectiva con reclusos de la peor calaña. En esa celda abusaron de Elías, lo violaron, y los carceleros sabían lo que estaba sucediendo.

Elías Pérez Bocourt aún está en prisión. Sus torturadores nunca han pasado una noche en un calabozo por los sufrimientos que le infligieron, y quizás alguno de ellos hasta haya sido condecorado con la medalla de servicio distinguido.

El via crucis de Elías aún continúa. Es justo que pague por sus crímenes, pero es injusto que sus torturadores no paguen por los que ellos cometieron.

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