Tiendas cubanas: la gran desigualdad entre MLC y CUC

Se institucionalizó la desigualdad en la sociedad cubana, pues no todos los ciudadanos pueden acceder a esta moneda para obtener servicios básicos, la mayoría de los ciudadanos quedan fuera del ingreso del dólar

Con la expansión del nuevo coronavirus por todo el mundo, la economía global experimentó una crisis generalizada, nuestro país no quedó fuera de ello. Al llegar esta crisis a la isla, el régimen cubano, en el mes de julio de este año, tomó algunas medidas económicas en pro de minimizar el efecto de la misma. Una de las medidas es la venta minorista en Moneda Libremente Convertible (MLC) con la creación de una red de 72 tiendas para este servicio, la erradicación del gravamen del 10% del dólar, la creación de pequeñas y medianas empresas (estatales y no estatales) con capacidades exportadoras e importadoras y el perfeccionamiento del sector no estatal, quitándole algunas trabas, entre otras.

Pero con la llegada de las tiendas de ventas en MLC se fraguó una dualidad de cadenas de tiendas, las de Peso Convertible Cubano – CUC y las de MLC y una trilogía de monedas (con el Peso Cubano – CUP, el CUC y el MLC). Así se institucionalizó la desigualdad en la sociedad cubana, pues no todos los ciudadanos pueden acceder a esta moneda para obtener servicios básicos, la mayoría de los ciudadanos quedan fuera del ingreso del dólar.

Rápidamente se vio una gran diferencia entre los dos tipos de tiendas existentes, en las conocidas como Tiendas Recaudadoras de Divisas (TRD) y entre las nuevas de MLC. Estas últimas fueron abastecidas de disímiles productos de primera necesidad, que en su mayoría fueron recogidos de las TRD al comienzo de la crisis, alegando el gabinete de La Habana que eran necesarias para atraer monedas fuertes imprescindibles para la compra en los mercados internacionales de algunos productos y materias primas vitales para el pueblo. Por tanto, las llamadas TRD quedaron en un total desabastecimiento a lo largo y ancho del país, a tal punto que en casi la totalidad de ellas se expenden solo 4 o 5 productos.

Juan, un jubilado guantanamero de 79 años, con una pensión de 260 CUP (10,4 CUC) sin acceso a las divisas aseguró que las tiendas en CUC o TRD, como se le conocen, están casi en desuso, pues fue a una de ellas y luego de tener que realizar una larga cola para entrar, solo había unas pocas mercancías, detergente, frazadas de piso, servilletas desechables y dos tipos de miel.

El Estado cubano no ha tenido la capacidad de mantener el abasto para las dos opciones de compra, por lo que las TRD han quedado desabastecidas, y con ello comenzaron los racionamientos y las concentraciones de personas para comprar los pocos productos que estos establecimientos ofrecen. Mientras que los pocos ciudadanos que tienen la moneda fuerte no tienen que pasar por nada de lo mencionado, pues con esta opción no existe ni racionamientos ni concentración de personas, todo lo contrario, reina en ellos el buen servicio y el acercamiento a productos que solo se puede acceder en esta nueva modalidad de establecimientos comerciales.

Odális, una joven de 35 años, quien recibe dinero de Estados Unidos dijo: “por una parte las tiendas en dólares son buenas porque en ellas se encuentran casi todas las ofertas de primera necesidad que hacen falta en el hogar, y han aparecido productos como el jamón (serrano) y varios tipos de carne de res, que en las de CUC ya no llegaban, pero lo malo es que los cubanos que no reciben remesas tienen que comprar el dólar a 1,65 CUC para poder entrar a estas tiendas”, concluyó.

Aún sin la aprobación de la mayoría de las personas en Cuba, el régimen ha recurrido a esta forma de venta con la intención de hacer frente a la difícil situación, porque este nuevo sistema de ofertas en MLC a quien más beneficia es al propio gobierno, el cual está obligado a buscar monedas convertibles que le posibiliten llegar al mercado internacional para poder realizar adquisiciones de alimentos, materias primas y otros artículos necesarios para la alimentación del pueblo y el funcionamiento de la economía isleña.

 

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