Víctimas del coronavirus en las fronteras

Marlon Martorell y su esposa Kenia viajaron de Cuba a Centroamérica con la intención de reunirse con su familia en Estados Unidos, debido al constante acoso sufrido por parte de las autoridades por su trabajo con opositores políticos y defensores de los derechos humanos. Actualmente se encuentran en la frontera entre México y Estados Unidos, a la espera de que mejore la situación.

Soy una de las víctimas del Coronavirus en México, estando fuera de mi país, Cuba, lejos de mis familiares y amigos. Estoy a merced de un sistema de salud como el que tiene México, bastante despiadado, pues si no tienes seguro médico simplemente no te atienden y te dejan fuera del hospital, como me sucedió a mí. Estando completamente deshidratado por las diarreas y la inanición de más de 10 días sin prácticamente comer, ser negaron a practicarme la prueba del COVID-19. Según ellos, no tenían suficientes, pero te mandan a que te la hagas en lugares donde te cobran hasta 1500 pesos mexicanos (59€) por hacértela. Siento que sobreviví gracias a nuestro Señor todo poderoso, pues las condiciones en que pasé el virus y que hasta la actualidad no me curo completamente, fueron inhumanas.

 

Creo que en Cuba se ha estado haciendo un buen trabajo en la lucha contra el COVID-19 desde el punto de vista de los hospitales y otras dependencias similares, no así las autoridades policiales que están golpeando, multando y en ocasiones encarcelando a personas por no traer nasobuco. Sin embargo, concentran multitudes en colas interminables de cientos de personas para venderles dos jabones, o dos paqueticos de pollo, o un litro de aceite de girasol por persona.

 

Mi esposa y yo salimos de Cuba huyendo por ser víctimas por años de la policía política cubana y el miedo a que, por último, después de pasar por tantas cosas (incluyendo atentados contra mi vida), fuera a caer preso. Queríamos cruzar México para pedir asilo en los Estados Unidos de América donde podemos estar seguros junto a mi hija que es ciudadana de los EE.UU. y mi nieto, además de un hermano que es ciudadano también y dos sobrinos, todos luchadores por la libertad de Cuba refugiados allí. Al encontrarme en México alejado de toda ayuda familiar y por demás verme enfermo de COVID-19 teniendo yo 50 años y ser hipertenso, ha sido duro todo el proceso, sin dinero, sin trabajo, porque fui despedido por mi enfermedad de la tienda en la que trabajaba, de nombre Soriana.

 

Estoy en completo estado de indefensión junto a mi esposa en México, a merced de la delincuencia y otros elementos inescrupulosos
que se dedican al secuestro o el narcotráfico. Y a esto se suma el cierre de las fronteras entre ambos países, que ha paralizado todo el proceso que llevábamos de la lista de asilo político.

 

Debido a todo esto, sumado además a los peligros que me atañen como activista político contra la dictadura de Cuba, es que me urge se me brinde asilo político en los Estados Unidos y pueda también por fin reunirme con la parte de mi familia que vive allí. Y todo cada vez se nos hace más difícil, ni siquiera contamos con abogado ni asesoramiento jurídico de ningún tipo.

 

La situación de los otros cubanos en fronteras es igualmente difícil, las carencias de trabajos, el latente peligro de ser víctima de narcotraficantes y secuestradores, sumado a la pandemia del COVID-19. El cubano, al no contar con trabajo, no tiene seguro médico, y al estar sin recursos como me sucedió a mí, tampoco tiene con qué pagar una clínica particular, estando en completamente indefenso, ya que frente a los hospitales públicos están muriendo personas.

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