Violencia institucional en la Habana Vieja

Desalojo de una familia habanera

Yoana González Mayer y sus tres hijos de 8, 5 años y 2 años (esta última enferma de autismo), incursionaron a principios de año en la vivienda de la calle Misión, nro. 367, ya que su antiguo propietario había fallecido sin dejar herederos.

Yoana desde su residencia. Foto: Mario Hechavarría Driggs
Yoana desde su residencia. Foto: Mario Hechavarría Driggs

“Hice esto porque estaba desesperada, estábamos viviendo en un edificio en muy mal estado cerca de aquí. El padre de mis niños me abandonó y nunca recibimos ningún tipo de apoyo o solidaridad por parte del Estado”.

El día 13 de noviembre la directora municipal de la vivienda, Yolanda Flores Viamonte, emitió una Orden de Desalojo con 10 días hábiles de plazo. La orden exige abandonar la casa de inmediato o toda la familia será corrida a la fuerza, bajo el peso de la ley.

“No pienso abandonarla, tendrán que matarme con mis hijos dentro. Estoy decidida a cualquier cosa, no tengo miedo, pero hago un llamado a toda persona de buena voluntad, para que me apoye y no permita esta injusticia”.

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Ondina y sus gatos

En las ruinas del Bar Maravillas, en la calle Villegas 247 de la Habana Vieja, los gatos tienen un pequeño refugio.

Ondina y su refugio. Foto: Mario Hechavarría Driggs
Ondina y su refugio. Foto: Mario Hechavarría Driggs

Cerca de cincuenta felinos reciben la atención y el cariño de una señora, Ondina Santana, que los alimenta y los cuida con la ayuda de Dios, y de algunos turistas que pasan y dejan algún dinerito para apoyar la causa, según dice esta benefactora.

“Hace tres años que comencé a recoger gatos, me daba pena como se  morían de hambre y como algunas personas los maltrataban”, explica Ondina.

La ‘señora de los gatos’, como ya la llaman los vecinos, dice que en dos ocasiones la policía amenazó con apresarla y enviarla a un hospital psiquiátrico.

“Incluso me han dicho que después de amarrarme y llevarme al psiquiátrico, iban a matar los gatos, pero yo no tengo miedo y no estoy loca. Soy una jubilada, me gustan los gatos, y por suerte siempre hay un ángel, alguien bueno que me ayuda y me defiende”.

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