Nuevo escenario político, mismo guión

Con la muerte de Fidel Castro, tal vez haya cambiado medianamente el escenario político, aunque el guión continúe intacto.

Los grupos opositores dentro de la isla, que luchan por recuperar la democracia perdida tras la llegada de los llamados revolucionarios al poder, tienen grandes retos por delante. Recogemos opiniones no sólo de algunos líderes en distintos frentes independientes (políticos, sindicalistas, periodistas, bibliotecarios y directores de proyectos comunitarios), sino también de trabajadores de diferentes edades o rubros, y de estudiantes de diversos géneros. Instamos a la diversidad de opiniones.

Libertad. Foto: Cubaraw
Libertad. Foto: Cubaraw

Una de las voces influyentes del panorama político opositor actual, es el politólogo Manuel Cuesta Morúa, impulsor de múltiples proyectos y premiado recientemente por el centro de estudios políticos Wilson Center. Cuesta Morúa nos advierte sobre el peligro del regreso del lenguaje aplicado durante la Guerra Fría, además de comentar cómo la mayoría de los cubanos y los norteamericanos son partidarios de un diálogo permanente entre la sociedad civil y los Estados Unidos en materia de derechos humanos y libertades políticas, sin entender realmente de qué se trata ese acercamiento.

“El gobierno cubano no tiene visión de Estado, sino de poder -dice Cuesta-. La diplomacia cubana es muy buena para quebrar consensos, vender el producto “revolución” y hablar mal de los enemigos, pero no lo es para construir escenarios estratégicos y moverse en ellos”.

Otra figura icónica del movimiento opositor a la dictadura es Guillermo Coco Fariñas, líder del “Frente Antitotalitario Unido”, quien fue preparado como militar y psicólogo por el partido comunista. Luego se reveló contra el gobierno, y fue por ello condenado a varios años de prisión. Protagonizó múltiples huelgas de hambre, algunas de alcance internacional. A partir de su libro Radiografía de los miedos en Cuba (impreso en Estados Unidos en 2010), Coco realizó una clasificación de los miedos de los cubanos para rebelarse contra el orden imperante. En el prólogo de dicho libro, Fariñas explica de manera contundente qué es el terror impuesto por el gobierno totalitario y quién lo mantiene en el poder.

“En Cuba la cultura del miedo se asocia a la apatía, el desinterés, la alineación, la sumisión, la pasividad, el acomodo, la resignación y los intereses personales”.

Fariñas es contrario a la postura “entreguista” que llevó a cabo el gobierno de Barak Obama, y está en rotundo desacuerdo con las concesiones que el ex mandatario hizo hacia Cuba, sin tener en cuenta las exigencias en materia de derechos humanos por parte del pueblo. Señala el opositor que “hacer cumplir la Carta Magna es el primer y más importante reto del movimiento opositor”.

Julio Antonio Aleaga Peasant, promotor del proyecto “Candidatos por el Cambio”, es partidario de restablecer la democracia desde las bases constitucionales de la ley electoral vigente. Considera, además, que la muerte de Fidel Castro en noviembre del año pasado podría posibilitar el comienzo real de un nuevo escenario político.

“El gobierno comunista se ha dividido en estos momentos en dos tendencias: conservadores y reformistas: los conservadores han perdido su símbolo dentro de la dictadura y han creado un desequilibrio visible con el aumento de la represión. Con el proceso de elecciones que se dará a lo largo de 2017, la capacidad que tenga la oposición interna para articularse y presentar exponentes adecuados y atractivos, es parte de los retos fundamentales. Hay que tener algo en cuenta, además: en estos momentos la oposición democrática cubana también está dividida en dos tendencias: la tradicional, que niega el sistema y el gobierno, y otra que busca a través de los mecanismos constitucionales y electorales cambiar las reglas del juego y ganar los espacios que se necesitan. El reto mayor consiste en atraer a los ciudadanos, no a través de un discurso con grandes promesas, sino haciendo hincapié en el valor de la honestidad, la decencia y la ejecutividad. Pasar de la trinchera a un nuevo espacio de diálogo, ya no con el gobierno, sino con la sociedad, no es materia fácil”.

Poner a Cuba en el contexto mundial, sin dejar de tener en cuenta que este se encuentra en un momento histórico con mutaciones evidentes y fuertes crisis sociales y políticas, no es algo menor según el mismo Aleaga Peasant.

“En el escenario internacional hay dos variables que son trascendentes: la ruptura que está ocurriendo en América Latina con el populismo de izquierda y, por otro lado, el ascenso en diferentes lugares del mundo de un grupo de políticos que intentan reorganizar el sistema, con un discurso agresivo y diferenciado”.

El joven Ricardo Guzmán estudia en la Escuela Politécnica de Química Industrial. Desde su perspectiva, como representante quizás de la nueva generación, expone que “la información que tenemos los estudiantes sobre los grupos opositores y de derechos humanos en Cuba es nula. En la escuela nos adoctrinan a tiempo completo y todo lo que vemos y escuchamos en los medios informativos es de apoyo al proyecto revolucionario. Los jóvenes sabemos que muchas cosas andan mal, pero es gracias a nuestras propias conclusiones, a las comparaciones que hacemos con los extranjeros que vienen de visita y a las experiencias transmitidas por nuestros padres. Las voces oficiales carecen de pensamiento crítico y eso es perjudicial en muchos aspectos. No sé qué va a pasar en el futuro, pero es nefasto que la reacción de los que reconocen la necesidad de un cambio, no sea sino emigrar a los Estados Unidos”.

Yunia Figueredo, coordinadora de la Biblioteca Comunitaria “Juan Francisco Manzano” en Jaimanitas, era partidaria de de Hillary Clinton en las últimas elecciones presidenciales de los Estados Unidos. La victoria de Trump la tomó por sorpresa, quizás como a muchos en Cuba y en el mundo. Manifiesta que, desde el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana, se redujo considerablemente el apoyo a los disidentes en la isla.

“El trabajo de las bibliotecas comunitarias casi ha desaparecido en el país. Y es un gran reto para el movimiento opositor rescatarlo, pues en la lectura se encuentra el caudal de la sabiduría humana, la historia de los pueblos y sus múltiples formas de lucha. No en vano uno de los proyectos más atacados por la policía política fue precisamente el movimiento de bibliotecarios independientes. Con bastante éxito, consiguieron sus propósitos y neutralizaron nuestro trabajo en gran parte”.

Rafael Fortuna, jubilado y ex miembro del Colegio de Abogados, no pertenece al movimiento opositor. Cree que el problema de Cuba es más económico que político.

“Si no hay producción no puede haber bienes de consumo. El robo de productos al Estado por parte de los trabajadores es una sangría inmensa que no cesa ni un minuto. Ahora se han sumado a este problema los cuentapropistas que se aprovechan de esta situación para competir con el Estado en la producción y en los servicios. A partir de la lógica de oferta y demanda, teniendo en cuenta las carencias con las que contamos en la isla, los cuentapropistas han elevado demasiado los precios, encareciendo significativamente la vida. Esa es la Cuba que hemos construido. Ya no hay trabajo voluntario, no hay solidaridad legítima dentro de la comunidad. Aquí no hay socialismo ni lo hubo nunca”.

Tenemos el privilegio de conversar con la poeta y periodista independiente Tania Díaz Castro, una de las fundadoras del Movimiento de Derechos Humanos de Cuba, surgido gracias a Ricardo Bofill, aquel 28 de enero de 1976, cuando se fundó el Comité Cubano Pro Derechos Humanos (CCPDH). Ella nos dice: “La creación del comité abrió una nueva etapa en la lucha contra el castrismo porque se trataba de una lucha pacífica. Los movimientos «subversivos» internos habían sido liquidados por el régimen, y la opción cívica y abierta en favor de los Derechos Humanos descorrió una cortina de silencio y anonimato en la que había quedado sumida la oposición, una vez alcanzada la revolución. El gobierno castrista tuvo que enfrentarse, quizás de forma inédita, a un discurso y a una acción opositora diferente a la que había combatido hasta entonces. La cuestión de los Derechos Humanos no tiene por qué ser compleja si la vemos como el pleno ejercicio de las libertades fundamentales. ¿Por qué el régimen no ha querido nunca relacionarse civilizadamente con los opositores pacíficos? ¿Por qué no respeta y reconoce nuestras diferencias? Considero la batalla iniciada hace cuarenta años por Ricardo Bofill como una batalla ganada, como una batalla que llegó para quedarse y para triunfar con la razón. Sin Fidel Castro y con el Partido Republicano al frente en manos de Donald Trump, aumentarán las posibilidades de que Raúl Castro escuche, quizás por primera vez en más de medio siglo, a una oposición que cuenta con miles de miembros a lo largo de Isla».

Vladimiro Roca, uno de los líderes más destacados, fundador en 1996 del Partido Socialdemócrata de Cuba y coautor del documento ¨La Patria es de todos¨(1997), estuvo privado de libertad durante cinco años en calidad de preso político. Actualmente es asesor de la Federación Independiente de Trabajadores por Cuenta Propia. En sus planteamientos, insiste en que la oposición pacífica no está actualmente bien encaminada y explica por qué.

«En primer lugar, hay que lanzarse a la calle, como está ocurriendo en América Latina. Sin embargo, no se hace y si no hay una fuerza que estimule al pueblo, tampoco ocurrirá nada. A mi entender, la oposición hace más en el extranjero que en Cuba; así no deberíamos de seguir, no sé si realmente esto nos está ayudando. Creo que este es el gran desafío: movilizar a las masas. En definitiva, en Cuba hay una mayoría que rechaza el comunismo y Raúl Castro está al tanto de esto. Somos doce millones de habitantes; unos tres millones, es posible, todavía respaldan a la dictadura, los llamados ¨agradecidos¨. Por lo tanto, tenemos nueve millones que quieren un cambio, pero cómo va a ocurrir eso, no lo sabemos¨.

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