Nuestros libros de cabecera

Entre mis libros de cabecera tengo Cuba. La lucha por la libertad de Hugh Thomas, historiador hispanista inglés, escrito durante su estancia en La Habana, ocurrida entre 1964 y 1971.

En el prefacio, cuenta Thomas que pensó escribir sobre lo que ocurría en Cuba estando en la Plaza de la Revolución, mientras escuchaba un sombrío discurso de Fidel Castro ¨y la multitud se portaba como si se tratara de una merienda al aire libre, cantando y bailando al ritmo del cha cha cha¨.

El libro de Hugh Thomas. Portada
El libro de Hugh Thomas. Portada

Ante aquel panorama pintoresco -tan extraño para él, probablemente-, su intención de escribir algo breve se transformó en un proyecto más ambicioso y fue en busca de los antecedentes históricos. Así surgió su libro de 1276 páginas, que comienza con la toma de La Habana por los ingleses en 1762 y llega hasta la zafra de los diez millones en 1971. Thomas, genio de la investigación histórica, lo prueba a través de este maravilloso libro.

Hay que destacar que, para él, no todo fue coser y cantar; obstáculos sí hubo. Cuando pronunció la frase ¨es una quimera suponer que la historia tiene respuesta para todo¨, hacía referencia a las lagunas con las que tropezó como historiador en Cuba, de acuerdo al secretismo que practicaba el régimen con su verdadera historia y, sobre todo, a la imposibilidad de tener acceso a los archivos cubano-soviéticos del gobierno. Thomas no pudo nunca consultar ese tipo de documentos, e incluso pronosticó que, en cincuenta años, los historiadores «también se encontrarían en la misma situación¨. Por ello, una gran parte de sus fuentes las constituyeron largas conversaciones con testigos presenciales de la historia que él quería conocer.

No hay acontecimiento importante de aquellos años que Thomas no haya rastreado, por muy difícil que fuera, y me arriesgo a pensar que es justo por eso que su libro nunca se ha publicado ni editado en Cuba. Nunca fue aprobado por Fidel Castro y sus órganos de censura.

Nada pasó por alto. En su gran obra encontramos, además del porqué del fracaso de las huelgas generales de 1957 y 1958, la historia del tren blindado de Santa Clara, el eclipse de los liberales y la crisis de los misiles.

Lamentablemente, este célebre británico no ha podido volver a Cuba a continuar con lo que le falta. Esto es lo que ocurre bajo la dictadura de los hermanos Castro, con aquellos que buscan la verdad de primera mano, en sus fuentes más confiables. Me aventuro a decir que lo mismo le ocurrió a Brian Latell (analista retirado de la CIA) con su libro Después de Fidel, la historia secreta del régimen de Castro.

Son libros que nos dan a conocer historias tejidas entre bambalinas, sus cambios de escenario y su maquiavélica tramoya para la conveniencia política de Fidel Castro. Tal vez por eso, en ausencia de otras obras históricas que se esperan, es que surgió en la isla cubana, allá por los finales de 1987 y a partir del Movimiento de Derechos Humanos, un ejército de periodistas independientes con ansias de verdad.

Auxiliados por Hugh Thomas, Brian Latell, Jaime Suchlicki, Carlos Alberto Montaner, Hubert Matos y Ernesto Díaz Rodríguez, los periodistas independientes hemos logrado no convertirnos en continuadores o biógrafos locales al servicio del régimen castrista, e investigar con buen olfato y sexto sentido lo que hoy ocurre. Además, hemos descubierto viejas historias (quizás ocultas, quizás falseadas) y denunciado la falta de libertades civiles, las violaciones que continúan ocurriendo y la obsoleta demagogia comunista de una dictadura que, esperemos, esté dando sus últimos estertores.

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