Lo que cuesta ir al médico en Cuba

Entrevista a Malvino Maldonado Iglesias

¿Cómo es tu experiencia en los hospitales en los últimos años?

Mi experiencia con hospitales y policlínicas es larga. En estas últimas semanas, dura… la verdadera mala suerte comenzó cuando caí de un andamio, pintando mi casa la primera semana de este año. Me fracturé la tibia y el peroné de la pierna derecha. De entrada, me anticiparon tres meses inmovilizado, con yeso desde el pie hasta la ingle.

En Cuba la salud es gratis… ¿nada te cobraron por las consultas, la ambulancia o los tratamientos?

Hasta cierto punto es así, pero la realidad es otra. El accidente fue al caer la tarde y logré llegar al hospital ortopédico Fructuoso Rodríguez casi a las doce de la noche. No pude conseguir ni un taxi ni una ambulancia, pero finalmente capturamos un «cinco cinco”, —taxis oficiales, así llamados por su número de teléfono—, que nos llevó por los 5 CUC que ofreció mi hermano Andrés. En la madrugada, ya enyesado, debíamos regresar a casa, con remisión al siguiente día para otro hospital donde determinarían si habría operación.

¿Te llevaron a casa en ambulancia?

Aparecieron algunas, pero la remisión del médico parecía no importarles a los choferes, así que terminamos transando con ellos por otros “cinco”, entonces la familia completa volvió conmigo. Yo, en camilla, muy bien atendido.

Radiografías. Foto ilustrativa. Foto: PIN
Radiografías. Foto ilustrativa (PIN)

¿Cobrar a los pacientes en apuros es algo habitual?

Es común. Recuerdo la fase terminal de la demencia senil que padeció mi papá. Una mañana en el hospital Freyre de Andrade, antiguo «Emergencias», el médico de guardia, llamado Ignacio Linares, recomendó regresar al padre a casa porque nada efectivo podía hacerse por él. Un día, durante la última etapa de consultas, faltaba la camilla para trasladarlo hasta el salón de rayos X. Angustiado, finalmente localicé una en la entrada de urgencias, pero estaba prohibido formalmente moverla de allí. Sin embargo, la inevitable propina de 1 CUC determinó que el enfermero de la sala llamado, digamos, “Molina”, usara la camilla en mi favor.

Lo mismo sucedió conmigo en el Calixto García un sábado de carnavales en La Habana hace algunos años. Nunca olvido al joven camillero que me ayudó cuando bajé del carro. Ni siquiera querían hacerme la radiografía en la pierna en la que había sufrido una lesión, porque según la muchacha de la sala de urgencias, estaban solo para casos graves. El camillero, por el contrario, sí me ayudó y al final colocó las tablillas como todo un experto. No me abandonó hasta montarme en el auto de vuelta. Bien ganado su dinero esta vez.

¿Y qué otras cosas te viste obligado a pagar en ese momento?

Al cabo de unos días vinieron para mí las fisioterapias. Eran 50 pesos cubanos (CUP), 2 CUC al cambio del día, para el uso del gimnasio médico donde practicaba ejercicios y recibía unos tratamientos de electricidad. Al final, terminé contratando informalmente a una fisioterapeuta por mil pesos, recibiendo atención en casa. En total ahorré 500 CUP, me quité la espera en la policlínica, las meriendas ocasionales al personal de salud y otros gastos menores que sin embargo siempre se acumulan.

¿La calidad de las consultas es buena?

El primer diagnóstico resultó cierto en cuanto a la fractura, pero no identificó las rupturas en los ligamentos alrededor de la rodilla. Eso lo supe más tarde cuando una amistad me consiguió otra consulta.

¿Hay algún otro episodio que pueda contarnos que se refiera a la calidad sanitaria hoy en Cuba?

Sí, y sucedió el año pasado. En realidad, nada tiene que ver con la salud de las personas, pero habla del modo de funcionamiento de los hospitales. Mi vecina Carmen Patricia vino a verme un día asustada porque su perrito había sido arrollado. El veterinario exigía la radiografía, la cual se pudo realizar en el hospital “Emergencias”. No digo el nombre del técnico porque Carmen Patricia pagó uno 10 CUC por dicha radiografía y fue un acuerdo fuera de las reglas. Aun cuando se supone que ese hospital es únicamente para personas, escondieron al animalito en una jaba grande, lo ingresaron al recinto y, una vez lograda la placa, la muchacha salió disparada hacia la clínica de los perros con ella.

¿Últimas palabras para la entrevista? ¿Alguna conclusión?

En este momento, estoy a la espera de una operación para enderezar mi pierna derecha. Ando sumando números constantemente, y para ello, sería mejor un salario oficial decente, no la miseria de 500 pesos que recibimos. Vérmelas con tantos gastos que acompañan a esta medicina gratuita es engorroso y nunca termina de saberse por anticipado la cifra real final.

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