Maykel González: «No hay periodistas de primera y segunda clase»

Maykel es una nueva especie en el panorama del periodismo cubano. Lo es, porque habiendo estudiado en la universidad y habiendo desarrollado el comienzo de su carrera en los medios estatales, ha llevado su espíritu crítico hasta el límite de ser expulsado de la emisora de radio en la que trabajaba. Se considera a sí mismo “periodista independiente”, sabiendo los problemas que esto puede traerle en Cuba, y a pesar de ser un término que los nuevos periodistas alternativos evitan por tener una fuerte connotación peyorativa (asociado a opositores sin formación que realizan un periodismo de baja calidad y en bastantes ocasiones tan poco crítico como el estatal). Además, afirma que no quiere renunciar a algunas ideas de la Revolución, ni a sus avances sociales, lo que le excluye de la mayoría de los medios opositores. En un contexto de absoluta polarización del periodismo, Maykel se encuentra en tierra de nadie.

Retrato de Maykel González por Ivett de las Mercedes
Retrato de Maykel González por Ivett de las Mercedes

Quizás por eso, llama la atención por la coherencia con la que afronta el periodismo por cuenta propia en Cuba. “No me voy a casar con ningún medio”, dice; “yo escribo para el que acepte mis artículos tal y como yo los he hecho, sin cambios ni matices.” Sin embargo, hay un medio que se acerca más a sus valores que los demás. Es El Estornudo, ese joven medio digital creado por periodistas de la universidad de La Habana que parece estar rompiendo la tendencia de que los nuevos medios alternativos no cruzan los límites que les marca el gobierno. El Estornudo cruzó todas las líneas al publicar el audio que Maykel grabó a escondidas durante su detención. Porque sí, Maykel fue, en octubre, el primer periodista no opositor que pasa tres días en la cárcel por hacer periodismo; y sí, ha tenido el valor de publicar un audio grabado durante su interrogatorio.

El único delito que Maykel había cometido fue cubrir el huracán Matthew en Baracoa sin la autorización expresa del gobierno. Y tras su puesta en libertad no ha aceptado la reprimenda y se ha escudado en la retórica para continuar ejerciendo el periodismo sin problemas, sino que publica en Facebook cada acto de represión o detención de un periodista, venga del lado que venga, y defienda las ideas que defienda. “No hay periodistas de primera y de segunda clase, periodistas somos todos, y todos tenemos derecho a hacer periodismo”, afirma Maykel.

En este sentido, tiene claro que los espacios de los que la prensa alternativa disfruta ahora no han caído del cielo: “Puede que hace algunos años los periodistas independientes fuesen aficionados, pero son nuestros precursores” admite. “Me niego a reproducir la misma estrategia de exclusión que el gobierno aplica ahora con nosotros”.

Según Maykel, los medios como On Cuba y Periodismo de Barrio intentan demostrar que se puede hacer periodismo alternativo sin ofender al gobierno, pero aclara: “el periodismo exige libertad, y eso siempre va a enfadar al gobierno”. Por eso, se está produciendo en las universidades una cruzada contra estos nuevos medios, que han tenido un gran auge entre los estudiantes universitarios, hartos de la rigidez de los medios estatales y ávidos de nuevos puntos de vista.

Maykel ve la situación de los periodistas alternativos en Cuba como artistas de circo, funambulistas, intentando mantener el equilibro: “o los medios alternativos trascienden a un periodismo más contestatario y provocador o van a morir”, opina. En cuanto a sí mismo, Maykel afirma haber llegado a un punto de no retorno. “Hay que superar esta confrontación entre periodistas independientes y periodistas alternativos” comenta, e insiste en que todos los periodistas deberían hacer una fuerza común para construir un nuevo periodismo en Cuba. “La degradación ética del periodismo tiene que terminar”, concluye.

 

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