¿Quién pagará la papa perdida?

En un Congreso del Partido Comunista se pide eficiencia y organización en la actividad estatal, sobre todo en lo relacionado con la alimentación del pueblo. Muy cerca en el agromercado de Jaimanitas, paradójicamente, tuvieron que botar casi cien sacos de papas echados a perder.

Foto: Alietser Prats
Foto: Alietser Prats

La administradora de El Provenir, establecimiento que pertenece a la Cooperativa de Créditos y Servicios Jesús Menéndez, expresó que “la causa de la pérdida de tanta papa se debe a la mala distribución llevada a cabo por la administración municipal. En Jaimanitas desde hace tres años no llegaba la papa y la gente tenía que trasladarse a varias decenas de kilómetros para comprarla. Hubo muchas quejas en las asambleas, así que como respuesta enviaron un camión repleto de papa”.

Uno de los que ayudaron a botar las papas fue Alfredo Ramos, jefe de brigada de la Empresa Comunal, que considera un crimen botar alimentos en semejantes cantidades. “Yo salvé algunos sacos para los puercos, pero eran muchos sacos, un camión entero”.

Ramón Tamayo, un limpiabotas de la zona, tiene su cajón frente al agro y ha observado desde su puesto de trabajo todo el drama de las papas podridas. “El cubano si no llega se pasa”, dice Tamayo. “Tres años sin papas y ahora esta avalancha imposible de consumir en poco tiempo por mucha hambre que haya. Yo vi a la gente llevársela por sacos y las colas que se formaban eran tremendas, pero era muchísima papa, demasiada. Con un saco que se pudriera era suficiente para que se echara a perder el lote completo, que finalmente fue lo que pasó”.

La administradora de El Porvenir hizo cuanto pudo por salvar la mayor cantidad posible. “Lavamos decenas de sacos y escogimos las buenas para la venta, pero a pesar del intento perdimos una enormidad. No tenemos nosotros la responsabilidad sobre tanta pérdida, pero la pregunta del millón será que quién pagará por lo botado en este caso”.

La respuesta tal vez la tengan los delegados del Congreso del Partido Comunista que por estos días “han analizado de manera profunda las deficiencias y las estrategias poco efectivas para sacar la economía a flote”. Mientras tanto, muy cerca de allí, el esfuerzo de los trabajadores, los recursos para la cosecha, el almacenamiento y los gastos del trasporte se tiraron a la basura. Tamayo, a su vez, tiene su propia respuesta: quien va a pagar la papa podrida será el Estado, pero quien sufrirá realmente las consecuencias de la perdida será el pueblo que para sobrevivir necesita de la papa y de muchas otras cosas que todo el tiempo están en falta”.

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