Elecciones en Cuba: la pervivencia de la dictadura

Elecciones en Cuba
El acto de votar en Cuba no responde al derecho de elegir, sino a la obligación de participar para mantener el sistema. (Foto: Richard-g Flickr)

La prensa internacional se ha volcado durante la últimas semanas en mostrar al mundo cómo por primera vez en la historia de Cuba (después de la Revolución) dos candidatos de la Oposición, Hildebrando Chaviano y Yuniel López, se presentaban a las elecciones de delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular que tuvieron lugar el pasado 19 de abril. El comienzo del deshielo entre Cuba y EEUU ha puesto a la isla en el punto de mira, y la idea de que Cuba está cambiando hacia un modelo de gobierno más democrático es muy atractiva para gobiernos extranjeros e inversores de todo el mundo.

Sin embargo, desde People in Need queremos llamar la atención sobre el sistema electoral cubano, que continúa siendo un mecanismo hueco con el único objetivo de asegurar la continuidad del partido único. Aunque nuevos delegados sean propuestos y votados cada dos años y medio, no son más que la base de un sistema fuertemente jerarquizado, y están obligados a cumplir las directrices que les llegan desde las altas esferas del poder.

En Cuba, es cierto, existe la posibilidad de proponer a cualquier ciudadano como delegado de una Asamblea Municipal del Poder Popular. Los delegados que ganan eligen a los Presidentes de Consejo Popular y estos a su vez al Presidente del Consejo de la Administración Municipal, este ya miembro del Partido Comunista de Cuba (PCC), cuyas decisiones están subordinadas al Secretario Municipal del PCC. Sin embargo, ninguno de los elegidos a los distintos niveles defenderá ningún programa político económico y social, pues se supone que todos van a trabajar para aplicar los Lineamientos aprobados por el PCC, que es el que dirige la nación por encima de toda soberanía popular,según el artículo 5 de la Constitución de Cuba.

Por otro lado, dos candidatos de la oposición (ambos en La Habana), entre más de 27.000 candidatos a delegados, no puede suponer en ningún caso una cifra representativa de la sociedad cubana y sus deseos, sino más bien una cuota marginal para intentar “lavar la cara” de un sistema donde el voto de los ciudadanos carece de valor real. Además, el 1 de abril de 2015, cuando se colgaron las biografías de los candidatos, en las de Chaviano y López se especificaba que estaban relacionados con grupos “contrarrevolucionarios”. La Comisión Electoral Municipal había avisado previamente a los dos candidatos de que esta palabra iría en sus biografías, pero no supieron explicarles qué significaba el término “contrarrevolucionario”.

Otro factor interesante de las elecciones cubanas es que los ciudadanos votan biografías, no proyectos políticos; votan a una persona según sus méritos, y no por lo que tenga pensado hacer por la comunidad. Así, el acto de votar en Cuba no responde al derecho de elegir, sino a la obligación de participar para mantener el sistema, y los ciudadanos cubanos ya están acostumbrados a que su voto no tenga ninguna repercusión real ni pueda generar algún tipo de cambio. Por eso, algunos de los que van perdiendo el miedo dejan de votar.
Respecto a los opositores, muchos se niegan a participar de las elecciones porque las ven como una forma de legitimar el sistema. Otros, por el contrario, como los Candidatos por el Cambio, plataforma que busca promover la democracia desde las estructuras de base del Estado Cubano, afirman que aunque esta vez Chaviano y López hayan perdido, los 400 votos que recibieron son 400 golpes a la dictadura de Raúl Castro.

En todo caso, tenemos que ser muy conscientes de que por mucho que el gobierno cambie la Ley Electoral, sería un cambio del todo insuficiente. Sin libertad de expresión, de asociación y de prensa, como no las hay en Cuba, no es posible que haya unas elecciones libres: no es posible que voten con libertad los ciudadanos de un país donde las Damas de Blanco siguen siendo agredidas cada domingo al desfilar hacia misa y donde el grafitero El Sexto sigue en la cárcel por intentar hacer una performance; un país que es considerado por el Comité para la Protección de Periodistas como el el décimo país con más censura del mundo.

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