Editorial. Los de dentro y los de fuera

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La pandemia mundial de coronavirus ha sorprendido al mundo y ha provocado reacciones dispares en los diferentes países. Algunos tuvieron más tiempo de reaccionar al llegar más tarde a su territorio, pero,en cualquier caso, poco se sabía acerca del virus. Cuba parece estar llevando relativamente bien el control del virus y el número de infectados, no así las consecuencias derivadas del mismo. A la ausencia de visitantes se une una producción ineficiente, un sistema de distribución precario y una falta de incentivos y recursos a la hora de mejorar la producción de algo tan básico como el alimento. Para colmo de males, las últimas sanciones estadounidenses llegaron a poner en jaque la cuantiosa entrada de remesas. El país depende mucho más del exterior de lo que le gustaría reconocer. No debemos olvidar que el virus es sólo el primero de los obstáculos, la crisis económica que se avecina y el reajuste del orden mundial también están invitados a la cita.

 

Pese a las dificultades actuales de la isla, es posible que a la larga esto resulte en una mayor apertura, en la reorganización productiva y la eliminación de elementos contraproducentes como el sistema de acopio. Quizá se plantee reducir la inversión en la más que suficiente oferta hotelera y emplear los recursos en la mejora productiva. Esto dependerá de que las instituciones sepan ver las oportunidades que brindan los momentos de crisis.Lo que está claro es que va a pasar mucho tiempo antes de que el
flujo de turistas vuelva a llegar a los niveles anteriores, más teniendo en cuenta que tiempo antes de la pandemia el flujo de visitantes ya estaba disminuyendo.

Este número se centra en las personas, en los cubanos y cubanas de dentro y de fuera. La experiencia del cubano de a pie ha dependido mucho de sus circunstancias personales, aunque toda la poblaciónha sufrido las nuevas restricciones a la movilidad que
tratan de frenar los contagios. Quienes ayer vivían mejor que la mayoría debido a su trato directo con turistas, han visto sus ingresos reducidos a cero. Los que recibían remesas del exterior quizá han sido los que mejor han podido enfrentar la crisis y el aumento de precios. El esforzado guajiro ha continuado su vida sin grandes cambios, ya que los animales y el campo son compañeros exigentes. Pero al final, unos más y otros menos, todos han sufrido el desabastecimiento, las largas colas, la falta de artículos de higiene y los apagones, que se han incrementado en los últimos meses. Para activistas y periodistas independientes la experiencia no está siendo agradable, el Decreto-Ley 370 está siendo usado para multar a quienes informan acerca de los temas que incomodan al gobierno. Mientras, el resto del mundo está demasiado ocupado en sus propios problemas como para preocuparse ahora de lo que ocurre
en la isla.

Para las personas que viven fuera, la experiencia ha sido tan variada como los países y las circunstancias en que se encuentran. Hemos oído historias dramáticas de personas varadas en Rusia, de quienes han perdido a sus seres queridos pese a estar en países más afortunados o de los que han quedado sin trabajo en tierra extraña. Pero también otras, aunque muy minoritarias, de algunos para los que la pandemia ha traído algo de suerte. En este número traemos una mezcla agridulce de experiencias. Lo que es indiscutible es que esta pandemia no ha dejado indiferente a nadie, ni siquiera a aquellos que han intentado actuar como si el virus no existiera.

 

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