«Tenemos una mezcla de componentes étnico-culturales de gran influencia afrodescendiente»

La realidad cubana es una y muchas al mismo tiempo, así que nada mejor que conocerla a partir de sus propios protagonistas… anónimos, por ahora. En esta sección de entrevistas, iremos explorando diferentes proyectos sobre Derechos Humanos y desarrollo que se encuentran actualmente en marcha en la isla.

Hoy, nuestro tópico será la discriminación racial en la Isla, un problema tan visible como invisible. Que la disfruten.

Deambulante en La Habana. Foto: PIN
Deambulante en La Habana. Foto: PIN

Cuéntanos un poco en qué consiste tu proyecto y la organización que lideras

La nuestra es una organización a nivel nacional surgió en 2013 y tuvo como antecedente varios proyectos relacionados con lo afro-descendiente. Trabajamos en dos áreas fundamentales: la visibilización de la discriminación racial y las carencias educativas en Cuba en relación a este tema.

¿Qué actividades lleva a cabo la organización a fin de cumplir con sus objetivos? ¿Qué radio de acción e impacto posee?

Trabajamos tanto a nivel local como nacional. Nos centramos en el diagnóstico, la elaboración de informes, la incidencia política, la evaluación de políticas públicas, etc. En las últimas tres campañas que hemos hecho nos ocupamos de la visibilización de la discriminación racial, del perfeccionamiento de un proyecto de ley de amparo a la afro-descendencia, y realizamos varias publicaciones en medios de prensa alternativos y no oficiales.

Mucha gente asegura que en Cuba la discriminación racial es mínima, que el Estado trabaja desde hace tiempo en campañas de prevención y concientización, y que, además, reconoce públicamente el valor de la cultura afro-descendiente cubana. ¿Cómo valoras todo esto y qué impacto real crees que tiene en la vida cotidiana en Cuba?

Respondo de manera directa y aludiendo a la cultura popular con una frase de uno de los grandes de la cultura cubana, Fernando Ortiz: “Cuba es un gran ajiaco.” Tenemos una mezcla de componentes étnico-culturales de gran influencia afrodescendiente, de una complejidad histórica muy particular. En la Cuba de hoy se aprecian dos características fundamentales. Primero, una político-ideológica que apunta a invisibilizar, desde lo constitucional, jurídico y legal, la existencia de una compleja problemática de raíz histórica. El sistema social socialista intenta ocultar esa complejidad desde los inicios de la Revolución. La segunda característica es socio-psicológica y se expresa en que un porcentaje mayoritario de la sociedad, el sector negro, tiene una especie de cofradía interna, no explícita, para preservarse ante cualquier especie de discriminación entre ellos. En cuanto a las campañas de concientización, el Estado -sobre todo la nueva administración electa-, está haciendo ingentes esfuerzos por limar las asperezas al respecto pero, desde nuestra perspectiva, por el camino incorrecto. Muestra de ello es la divulgación sistemática de las actividades de las religiones de origen afrocubano, que no es más que una manipulación, una forma de limitación, a través de la televisión y la radio. Por otra parte, la Asociación Yoruba de Cuba funciona como títere. La cultura afro-descendiente hace aportes importantes para su preservación, pero en ocasiones pasa a comercializarse y banalizarse para áreas y fines turísticos.

¿En qué se diferencian las actividades que lleva a cabo el Estado de aquellas que ustedes realizan?

En los 58 años de va de este sistema, existió un único caso reconocido de violación de los Derechos Humanos por motivos raciales. Ocurrió cuando un transportista privado bajó de su auto a una estudiante por ser negra. Fue procesado, pero la sentencia en nada amparó a la víctima desde la perspectiva racial. Y es que no existe en el código penal cubano una ley para ello y, como las autoridades se niegan a reconocer la existencia de la discriminación a este nivel, en la práctica se permite la ocurrencia de actos como este. Nosotros, por el contrario, relevamos y recopilamos casos, los clasificamos, los procesamos y los delegamos a organizaciones de defensoría o a abogados independientes, los presentamos a órganos multilaterales y, lo más importante desde el marco jurídico vigente, incidimos con un proyecto de ley ya casi terminado, a fin de transformar la política pública en este sentido.

¿Cómo obtienen el material o las fuentes para el estudio del problema? ¿Qué conclusiones han sacado hasta ahora a partir del material obtenido?

Es un trabajo de campo, combinado con un trabajo de oficina, en equipo y en el que debemos lidiar con muchas complejidades. No solo por el carácter serio y científico que le imprimimos, sino por las condiciones que debe enfrentar la oposición en Cuba. Hay que extremar la seguridad de los colegas aún no identificados por la policía política, o intentar ser lo más invisible posible. Contamos no solo una metodología propia y con componentes necesarios para llevarla a cabo, sino también con experiencia que permite que, desde las comunidades identificadas más afectadas, emerjan las principales acciones a realizar de manera sistemática. Hasta ahora hemos llegado a conclusiones parciales que nos permiten, a diferencia de otras organizaciones, detectar qué actividades llevarían a una transformación sustancial del problema. La invisibilización es la cuestión más acuciante del problema, y esta es un terreno poco trabajado.

¿En qué áreas la discriminación racial es más pronunciada? ¿En qué áreas lo es menos?

Es más pronunciada a la hora de designar cargos directivos (sobre todo en las altas esferas de gobierno), pese a que algunos puedan decir que no es así y las estadísticas prueben lo contrario. En este caso, se puede observar cierta “discriminación positiva” (el resultado de la inserción de hombres y mujeres negros, jóvenes, en determinados puestos. Estadísticamente, aporta cifras favorables en materia racial, pero ¿si estos cargos son designados por mérito y capacidad, no podrían ser todos sus integrantes negros? No se trata de panafricanismo o un movimiento negro en el parlamento, se trata de cómo se obra en este sentido. En la sociedad hay segregacionismo y xenofobia, pero de alguna manera se mantiene solapada y en situaciones muy puntuales.

Es claro que las redes sociales son los principales medios de difusión para dar a conocer esta problemática. Sin embargo, a la hora de querer profundizar en el tema dentro de Cuba ¿se puede acceder a las diversas plataformas sin ningún tipo de dificultad o riesgo?

Creo que es una cuestión de incapacidad. Es verdad que la única empresa de telecomunicaciones en Cuba ha estado haciendo transformaciones para ampliar el acceso a internet y a la telefonía móvil a un mayor número de ciudadanos. Sin embargo, los medios de comunicación alternativos, ya sean las redes, los blogs, las plataformas multimedia y las revistas o diarios en línea, muestran que algunas realidades son negadas al grueso de la población, lo que facilita la continua invisibilización del problema. A veces es un riesgo entrar en las plataformas que no están completamente bloqueadas, pues ETECSA es una entidad manejada por agencias como las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) o la policía política, y puede identificar con rapidez quién ingresó en ellas. En ese caso, pueden interpretar que seas o bien un potencial opositor, o bien un opositor activo. Esto es fácilmente comprobable.

¿Se discute en Cuba abiertamente el problema de la discriminación racial? ¿Se nota un interés por parte de la población civil en luchar contra ella?

La población en general no se interesa por luchar por prácticamente nada. Esto parecerá absolutista, pero a nivel social las luchas no son lo que eran en los primeros años de efervescencia revolucionaria. La sociedad cubana está siendo afectada por la característica de un Gobierno conservador que se preocupa más que nada por preservar lo logrado. Esto trae consigo una especie de inamovilidad ideológica, quietud política y hasta cinismo provocada por la necesidad de supervivencia diaria. Las discusiones suceden, pero en marcos estrechos, comunitarios, con una mínima trascendencia. Las consecuencias de ciertas acciones son bien conocidas y temidas a nivel colectivo. Sin embargo, es en estos sectores donde se nota el interés por la problemática, siendo esta la semilla para lograr propósitos mayores.

¿Cómo se manifiesta la marginalidad hoy en Cuba? ¿Qué individuos, grupos, comunidades o regiones se ven más afectados por ella?

Esta es una pregunta compleja. No soy un sociólogo, sino un académico con alguna experiencia política. Desde mi opinión, la marginalidad goza de una suerte de aceptación circunstancial. Lo digo porque es cierto que las instituciones cubanas poseen mecanismos para que no se perciba la marginalidad que hoy existe y puede verse si uno realmente quiere: casas de abuelos, asilos, hospitales psiquiátricos. Menciono estas en particular porque hemos visto que hoy los llamados marginales están mayormente entre los sujetos que pueden ser destinados a estas instituciones. En este grupo hay una marcada presencia de hombres negros, principalmente entre los treinta y sesenta años de edad. Además, en los contextos suburbanos de casi todas las provincias del país hay marginales, de los cuales muchos son afrodescendientes. Se destacan la cultura Rastafari, los practicantes de la religión afrocubana Ocha-Ifa, los miembros de la Sociedad Abakuá y otros grupos. Todos ellos viven alejados de las instituciones estatales.

¿Te gustaría compartir con nosotros alguna anécdota o reflexión final en relación al trabajo que vienen realizando?

Recuerdo una vez que estábamos el grupo en preservación de la cultura afro ejecutando un concierto callejero de rumba, que es hoy en día patrimonio inmaterial de la humanidad. Al término de la actividad, muy bien acogida por parte de la población de Holguín, considerada esta por muchos especialistas una de las más racistas del país, la policía política intervino y nos decomisó teléfonos y cámaras, y detuvo a varios de los asistentes a la actividad, que no tenía ninguna relación de tipo político. En ese momento uno de los policías le dice a otro: “viste socio, el negro pega con tó y el totí (ave de pelaje negro en Cuba) aunque le queman el pico, siempre come arroz”. Esta es una muestra bastante evidente de que la discriminación es una cuestión normal hasta para los que tienen el encargo de velar por el orden y los derechos de todos. En ese momento no valió eso que Martí alguna vez expresó… “dígase hombre y ya se han dicho todas las cosas.”

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